domingo, 27 de octubre de 2013

Las "realidades mínimas" de un viaje en bus

Plaza de Castilla. Aunque no lo parezca, octubre de 2013. Foto: Gardeu

"Son reconocibles y regulares: cortan el tiempo, dan ritmo al ruido de fondo; son previsibles. El resto parece aleatorio, improbable, anárquico; los autobuses pasan porque deben pasar." Como esta, Luis Pousa (Lugo, 1971) recoge una dispar serie de "realidades mínimas" y las aúna en un librito preciso que da tiempo a leerlo en un trayecto de bus de, por ejemplo, Madrid-Valladolid, o Huelva-Córdoba. Y para ello, el escritor y periodista se acompaña en su viaje de escritores de la talla de Kafka, Camba, Benedetti o Bowles, por sólo citar unos pocos de una lista llena de nombres de primera línea. Se hace, además, prologar de Vila-Matas, e ilustrar por M.Á. Martín.

Breviario del bus no sólo es un viaje al pasado de la mano de estos escritores, también es un viaje al futuro, suspiros hilvanados como los que se dan entre parada y parada, cuando a uno tan solo le da tiempo de levantar la mirada un segundo mientras aguanta el equilibrio. El bus es, sobre todo, la espera. La previa, ante la inminente impaciencia innegociable. La del durante, cuando no hay mejor ejercicio que observar con la cara de neófito -por muchos viajes que se hayan hecho, o muchos libros que se hayan leído- al compañero de tres minutos (o cuatro horas) al que la vida te ha unido con fecha de caducidad. La espera del después, la de la llegada ansiosa, con o sin nadie que te espere o a quien esperar en la parada. 
De todas estas esperas están nutridas este libro, de los viajes que un Pousa sin carné de conducir recrea desde las últimas filas de un bus que le lleva, por ejemplo, al Arteixo (La Coruña) de su cotidianidad peleada. Pousa, que es también autor de La noche de las palabras, invita a compartir viaje y no ofrece sólo carretera y manta, lleva también la comida, los engaños temidos, la fantasía y por supuesto el amor, el enamoramiento sublime, tan breve como la eternidad. 

miércoles, 16 de octubre de 2013

La gatita mamá


Siempre estaba allí. Bueno, no siempre. A veces, cuando alguien pasaba por la zona, su "casa" estaba vacía. Un día alguien le puso una cajita cerca de los contenedores de basura. Otro día le bajaron una manta. Los 'pocillos' para la comida, para el agua... Entre todos los vecinos la alimentaban. Pero la gatita no paraba de quedarse embarazada. Cada bebé que se llevaban de su lado era un sufrimiento, aunque al mismo tiempo era una esperanza para un cachorrito que parecía iba a criarse al amparo de un hogar en lugar de malvivir por las calles. Los vecinos pensaron en castrarla entre todos, en llevarla a la 'prote', en buscarle una familia... Pero a las gatas adultas es difícil que las quieran, por muy cariñosas que sean, como lo era esta. Es probable que cuando dejó de ser una 'graciosa' cahorro alguien la abandonara... 

Ayer su casa estaba vacía. La gatita mamá apareció muerta cerca de los contenedores de basura. No se sabe de qué ni quién pudo hacerle daño. Es respetable a quien no le gustan los animales, pero no lo es quien los daña. Hace poco vimos como a una gatita medio moribunda la pisoteaban por las calles, le daban con bolsas de la compra, la ignoraban como si fuera un papel tirado... Aquella gatita, hoy Nala Miau, sobrevivió y ahora está con la mejor de las mamás humanas. Pero esta gatita, la mamá mudita porque apenas emitía un maullido leve, no pudo tener familia. Quedará en el recuerdo, en las flores que alguien bueno ha puesto en su casa vacía, en su placa-piedra, en nuestras almas. Pero no seremos personas hasta que a ellos no los tratemos con la misma dignidad y respeto que exigimos para nosotros. 


Gatita mamá, hace unos días, con sus bebés. Dulces sueños, gatita.

martes, 8 de octubre de 2013

Periodista en Ceuta


Supe que Ceuta no era mi sitio desde que apenas llevaba un mes en la ciudad. No imaginaba entonces que aún me quedaban allí dos años y nueve meses. Casi tres años que, por su intensidad, me han parecido veinte. No puedo ni quiero arrepentirme de lo vivido allí, pero sí me alegro de estar ya fuera, de volver a ser una peninsular más, aunque ahora con un gran bagaje detrás. Nada lo refleja mejor que el revelador “desierto delos tártaros”, Ceuta es esa fortaleza Bastiani de la que por más que lo intentes cuesta demasiado salir; siempre esperando a ese gran enemigo que vendrá de tierras lejanas sin comprender que el enemigo está dentro.
Pero la realidad supera la ficción y no he muerto dentro, sino que he salido fortalecida, mucho. Un choque frontal con la realidad, un soplo a marchas forzadas hacia la madurez. Ahora sé que la bondad no está innata al ser humano. Hay personas que llevan el mal dentro, psicópatas, desagradables, malvados cuyo único afán es hacer daño. Los he encontrado en Ceuta. Del mismo modo hay quienes lo dan todo sin pedir nada, quienes sobreponen la moral y los principios, la ética, a cualquier otro cosa. Personas generosas y buenas. También en Ceuta he conocido de esas. Al final, siempre ocurre lo mismo, son las personas las que dan valor a las experiencias, lo compartido y aprendido en esa interrelación social en la que vivimos permanentemente.

No llevaba demasiado en Ceuta cuando me dijeron que aprovechara mientras aquello me resultara sorprendente. Llama la atención lo mal que se hacen las cosas en los periódicos de la ciudad autónoma. Todo son irregularidades. A lo largo de este tiempo, la situación ha ido empicada hacia el desastre. El punto de inflexión fue cuando, con el cambio de Gobierno, nos quedamos sin director porque el que teníamos dejó el periodismo para ser asesor del delegado del Gobierno.

Una muestra más de esa vinculación tan dañina que existe entre periodismo y política, donde una a la otra se chupan la sangre. Hace tres años el diario era de una muy marcada tendencia a la derecha. Lo que el Gobierno el PP hiciera iba a misa (nunca mejor dicho, en una ciudad en la que las bodas y los bautizos aún siguen tendiendo su espacio en las páginas, cual siglo pasado). Ahora el diario es pro socialismo. Una línea editorial que fluctúa en base a intereses mercantiles. Es como si ABC pasara a ser republicano (y no cuenta en época de guerras) para vender más periódicos. Aunque quien sabe, todo se andará...

Política
La política me ha traído en Ceuta más de un dolor de cabeza. He visto cómo me censuraban, me cambiaban informaciones, se manipulaba la información por defender un interés económico... Acuerdos y colaboraciones políticas ruines que te hacen comprender por qué el país está como está, en este estado desolador sin futuro y sin presente. Y ni siquiera es sólo el PP, la corrupción y el acuerdo por debajo de la mesa llega de los bandos más dispares. Normal que la desconfianza en la política reine... La corrupción es una realidad, además de una tristeza.
En contrapartida, también de la mano de la política me han llegado excelentes momentos profesionales y personales. Me gusta la política pese a todo, y en el tú a tú hay personas que creen en lo que defienden. Fue una experiencia dura pero muy gratificante cubrir la última campaña electoral 'empotrada' al PSOE. Aquella noche electoral desde la sede del partido escribiendo la crónica que ponía punto y final al socialismo y a unas semanas de un trabajo muy intenso es y será ya para siempre un bonito recuerdo. Una etapa de información política -de muchas ruedas de prensa- que se ha cerrado con un viaje a Bruselas que ha merecido la pena. Como sí merecen la pena los políticos que no se dejan comprar por una portada.

Sanidad
Otra gran área que he cubierto en estos casi tres años es la información sanitaria y sin duda ha sido la que más satisfacciones me ha dado. Ha sido aquí donde he empezado a comprender qué era el periodismo. Este diario ha sido mi primer trabajo afianzado. Pero tampoco venía de casa. Además de otros medios, había pasado por cinco redacciones de periódicos antes de llegar a esta, pero en calidad de becaria. En prácticas trabajas tanto como un redactor de contrato, eso no varía, eres periodista al cien por cien, pero hay algo que sí difiere y que no me he dado cuenta hasta que no lo he vivido. La responsabilidad que exige ser redactor no la exige ser becario. Debes responder ante lo que escribes, debe haber un compromiso muy profundo, y una ética profesional aún mayor. También hay quien opta por pasar del tema, por copiar y pegar año tras año, pero esa es otra historia. De gente sin ética en el periodismo hay para escribir un libro... Escribir de sanidad exigía ese compromiso y tenerlo ha ayudado a que me sienta orgullosa del trabajo que he hecho en este área. Las noticias no llegan en las ruedas de prensa, llegan atravesando la línea que te marcan, aunque eso provoque el enfado y la amenaza para que te 'metan en cintura'. Me he sentido realizada, emocionada, feliz con algunas de mis aperturas sanitarias, con mis exclusivas, y eso no me lo quita nadie.
Hablando de aperturas, estoy convencida además de que he mejorado mucho. Sólo me hace falta recordar la bronca de mi jefa con aquella apertura de mis inicios en las que le 'reportajeé' toda la información y tuve que cambiarla íntegramente a la una de la madrugada. Quiso matarme aquel día, pero en vez de matarme le echó paciencia -mucha- y fue, día a día, siendo la mejor maestra. Muchos meses después tuvo también que enseñarme a hacer portadas y editoriales. Me dijo que puestos a tener que enseñar, prefería enseñarme a mí que a otro. Echaré de menos -no sabe cuánto- ese aprendizaje cómplice.

Inmigración
Y una muestra de ello fue también cómo me cedió numerosos reportajes sobre inmigración. Ceuta tiene algo maravilloso y es que te da la posibilidad de hacer una información que no cubres en casi ningún otro territorio de España. Por un lado está la multiculturalidad. Hacer un reportaje sobre la educación de los niños judíos, cubrir las festividades de Janucá, del dios Ganesh, contar cómo se rompe el ayuno con una 'harera' o cuáles son los perjuicios sanitarios del Ramadán, la musal´a y sus discursos o hasta las charlas anticonstitucionales de un orador radical... Dar apoyo cuando el país entero está pendiente de las redes yihadistas entre Ceuta y Siria, haber 'patrullado' el Príncipe con la policía... Son solo unos pocos ejemplos.

Y por otro lado, el drama de la inmigración. Desde aquel chaval que se quedó manteniéndome la mirada en el Puerto al poco de yo llegar hasta las mil historias que he podido escribir en el CETI cuando en la dirección no había un coronel de la Guardia Civil. Ha sido una experiencia maravillosa y un aprendizaje enorme ponerle nombre y apellido a la inmigración.

Animales, Cultura, Medio Ambiente, Militares....
A medida que pasaban los meses y que la gente se iba marchando porque no aguantaba más en ese diario, la carga de trabajo fue aumentando. Las empresas mediáticas no valoran la calidad, sino el hacer 'caja', periodismo al peso. Son obligatorias tres páginas por redactor al día, independientemente de si tienes la apertura, de si te has pasado la mañana cubriendo actos o de la categoría profesional que tengas.
Al principio me creaba ansiedad encontrar temas para tantas páginas, no podía dormir, me levantaba temprano y me iba a dar vueltas por la calle en busca de noticias. La reunión de contenido de mediodía me generaba un tremendo estrés. Eso era en la época en las que a las reuniones asistíamos una decena de personas. Poco a poco el estrés pasó a generármelo el encontrar espacio para tantas chorradas que en un diario sin criterio había que sacar por obligación. En Ceuta se le da importancia mediática a cosas que en un periódico y en una ciudad “normales” no tendrían cabida alguna... Llevaba temas de animales (pobres de ellos condenados a habitar en una ciudad donde las autoridades no sólo no velan por ellos, sino que los persiguen), cultura, medio ambiente, militares (lo que he aprendido aunque no lograra ir al Líbano y pese a seguir siendo una total antiejército y republicana). Por último, esa ansiedad y ese dolor de cabeza casi crónicos que me ha dado Ceuta me lo provocaba el encontrar temas de importancia, verdaderas noticias propias, las “aperturas”.

...y sucesos...
Cuando llegué a Ceuta sólo quería hacer reportajes. A lo largo de estos casi tres años, he pasado de esa preferencia al gusto por la noticia. Me he sumergido en sucesos, y me encantaban. Esos incendios a deshora y altercados varios. He aprendido lo difícil que es afrontarlos. No caer en la sensiblería. Diferenciar lo 'noticiable' de lo morboso, lo qué es noticia de lo que no. Ha habido momentos muy difíciles, noticias que exaltaban tanto el espíritu de la redacción que acabábamos en batallas campales internas. He discutido muchísimo estos tres años con quienes precisamente más me han enseñado. Con quien más me he “peleado” ha sido el mismo que cuando apenas llevaba cinco días en Ceuta compartió conmigo, metidos en un coche en la puerta del Hospital, la primera de las múltiples conversaciones que hemos mantenido.... Grandes maestros sí, muy grandes, le pese a quien le pese.

Punto y final
En este tiempo hasta nos ha dado tiempo de titularnos como 'community manager'. Una formación que entre otras cosas te enseña que hacer entradas tan largas de blogs es un suicidio. Pero lo mismo me da ya. También vi en esta ciudad como había gente tan ruin que hasta era capaz de utilizar lo que aquí escribía en mi contra. Ahora todo esto me da igual. No me importa desnudarme por última vez en Ceuta. Este es mi punto y final en esta ciudad, en este periódico. No sé si volveré a trabajar de periodista, pero sé que siempre seré periodista, que es algo adherido a mí, desde antes incluso de estudiar esta carrera. No soporto a quien me critica por haber estudiado la carrera de la profesión más bonita del mundo, me permita o no dedicarme o no a ella.
El periodismo, en mi corta experiencia, me ha dado ya grandes satisfacciones. Es un oficio hermoso y maltratado. Y siempre estaré agradecida a Ceuta porque me ha hecho más fuerte, porque me ha enseñado qué era realmente ser periodista. Sé que pese a todo sigo siendo una neófita, con todo por aprender, con todo por evolucionar. Pero Ceuta ha sido la mejor escuela.
He conocido a los peores gestores, los más malos empresarios que no saben aprovecharse de la materia que tienen y se dedican, como está pasando por todo el país, a hundir su propio periódico. Pero he conocido también a los mejores compañeros, los que han compartido conmigo un amor pegado a la piel por esta maravillosa profesión de periodista. Dentro de esa redacción en la que tantas horas he pasado me llevo buenos amigos, pero esa es ya nuestra historia personal. Como jefas, como compañeros, se queda entre nosotros lo sufrido y lo amado.

Dejo miles de palabras escritas, muchas en este blog, pero muchísimas más en los tomos y tomos del diario. Muchas emociones fuera, y entre esas paredes sin ventana, una escena: Pasada la medianoche. La que sería poco después redactora jefa, enfadada porque era demasiado tarde. El director y la adjunta, felices eligiendo qué canción pegaba más para ese momento. El minuto musical lo llamaba yo entonces. El fotógrafo con los cascos, a lo suyo. Y yo agobiada porque no me daba tiempo a cerrar... Aquello era sólo el principio...