miércoles, 18 de diciembre de 2013

Pide un deseo, es Navidad

El árbol de Daniela y Pablo, aún niños.

El título de esta entrada no está elegido al azar, se remonta a una Nochebuena de hace 17 años... Porque a veces las cosas que no parecen tener importancia (los detalles son siempre los que nos delatan, ¿verdad?) dejan una huella enorme... A mí sí me gusta la Navidad. Me ha gustado desde niña, desde que creía que de los árboles de Navidad brotaban figuritas de chocolate. Ya no queda chocolate, ni tengo árbol en casa y mi belén favorto, el que le regalé a mi abuela después de tallarlo en madera en el cole, ya no lo pone ella porque se murió. Ese es uno de los motivos por el cual a la gente no suele gustarle la Navidad, porque nos hacemos mayores y nos quedamos cada vez más solos, se mueren quienes más queremos. 

A ello se le suma que la indignante situación en la que está sumida el país, además de sin dinero ni para comer (ya no gambas o jamón, sino ni siquiera unas lentejas), nos deja sin abrazos. Tenemos que hacer maletas y buscar la superviviencia cogiendo aviones. Los amigos se alejan, las uvas se toman por skype, los villancicos se cantan por teléfono y los secretos se cuentan por 'whatsapp'.
  
Hace unos días, alguien puso en Facebook, "las luces y los colores de Navidad se graban en los ojos y en la memoria de los niños. Por eso me gusta la Navidad". Me pareció una razón maravillosa y me alegré de que alguien, al fin, no soltara el tan recurrente "odio la navidad". Además me recordó a una frase que me gusta mucho y que decía algo así como que la navidad, al igual que la infancia, es un estado de ánimo. Quizá me guste la Navidad porque despierta mi estado optimista natural. Los "pajaritos en la cabeza" siempre me han dado alas... Lo malo es que a fuerza de juntarme con realistas/depresivos/veoelvasomediovacío me han quitado mucha energía... Tanto empeño en intentar que mis pies vuelvan a la tierra que a veces ni me reconozco... 

Pero prefiero la alegría a la tristeza y me gustan los colores y sabores de la Navidad. Ver el súper belén que pone alguna madre en casa de mis amigos, salir a brindar en el almuerzo de la Nochebuena por los mismos lugares de siempre, cantar en Nochebuena aquello de "...que se casa la virgen Maria con el patriarca...", recordar que hubo un tiempo en el que con pegar monigotes en una sudadera y decir ¡inocente! mientras corríamos y reíamos a carcajadas ya éramos felices, tomar las uvas sea donde sea pero con mi madre atragantándose a mi lado, ver la cabalgata de Reyes tirándole serpentinas a mis amigos mientras les gritamos a Melchor, Gaspar y Baltasar que se dejen de carbón y nos traigan trabajo... Me gusta que en Navidad siempre habrá algún amigo del alma dispuesto a hacerme un hueco en su mesa. Y me gusta porque sé que no es porque sea Navidad sino que esos amigos, del mismo modo, me harían ese hueco un 4 de febrero o un 12 de mayo, o cualquier otro día del año... Y me gusta la Navidad incluso cuando todas esas cosas que me gustan de la Navidad no es posible realizarlas debido a las ausencias, las distancias, la realidad... Porque la Navidad es un espíritu y aún en la lejanía y en la soledad, tengo presente ese espíritu. 

Por todo ello soy de las que pide deseos en Navidad y en año nuevo creyendo profundamente que sí los deseas muy fuerte se pueden cumplir. Me gusta hacer balances de vez en cuando, como hacía de adolescente con bolis de colores, y cuando un año termina siempre saco unos minutos para echar la vista atrás y despedirme de un año más vivido. Así lo hice en 2012 y así me concentraré en desear para este 2014 a estrenar, pese a que, supongo, no se cumplieran los del año pasado.
El año 2013 no ha sido precisamente el mejor año de mi vida. De hecho, en general, ha sido un año bastante malo que tengo ganas ya de que se acabe. Pero ha sido un año trascendente, de inmensos cambios. Ha sido de esos en los que comprobar que la vida te tambalea y que la seguridad, incluso la que ponemos en nosotros mismos, es (muy a menudo) una ilusión óptica. Un año en el que comprobar quién está y quién no, lo reducida pero reconfortante que es la palabra amigo. A veces el "chute" de energía te llega de quien menos te lo espera. Las personas son lo importante y hay personas que han estado a mi lado en momentos claves de este 2013 y que me une a ellas algo más fuerte que cualquier vulnerabilidad. Pese al malestar general, 2013 me deja también momentos inolvidables, tan maravillosos y con tanta fuerza que empañan a los malos ratos, y los que han estado a mi lado, compartiendo esos momentos conmigo, saben cuáles son. Momentos en los que sólo respirándolos unos segundos, buscándolos en el corazón, ya me dan fuerza para aguantar cualquier chaparrón. Por eso a este 2014, lleno de incógnitas, lo recibo con la mejor y más sincera de las sonrisas, porque sé que el sol, al final, siempre sale. Y porque es Navidad y animo a pedir un deseo...

viernes, 6 de diciembre de 2013

Aniversario de la Constitución Española

"Libertad, justicia, igualdad... Los sindicatos de trabajadores y las asociaciones empresariales contribuyen a la defensa y promoción de los intereses económicos y sociales... Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna... Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen... Derecho a comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades... Todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los Jueces y Tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión... Todos tienen el derecho a la educación... Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo, a la libre elección de profesión u oficio, a la promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia... El Estado velará especialmente por la salvaguardia de los derechos económicos y sociales de los trabajadores españoles en el extranjero y orientará su política hacia su retorno... Se reconoce el derecho a la protección de la salud… Los poderes públicos promoverán y tutelarán el acceso a la cultura, a la que todos tienen derecho... Los poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos durante la tercera edad… Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada…”

¿De verdad hay algo que celebrar hoy? 

sábado, 23 de noviembre de 2013

Conducir


Tumbada en el sofá, llorando como una magdalena mientras esperaba a mis compañeras de piso (y amigas). Y lloraba porque había suspendido el teórico del carné de conducir del que me había examinado apresuradamente entre clases y trabajo. En el 'Telepizza' trabajaba aquellos días mientras distribuía mi tiempo como podía circulando como loca en bicicleta por unas calles de Sevilla que aún no estaban adaptadas (ahora sí) para ciclistas. Aprobé a la segunda aquel test y fuera como fuera tenía que aprobar a la primera el práctico porque el dinero reunido no me llegaba para más... El profesor no quería que me presentara, pero yo era tan cabezota como hoy. Había dado todas las clases con lluvias y un tráfico horrible y el día del examen lució el sol y la capital hispalense estaba desierta. Me acuerdo que tuve que pedir permiso para salir antes de clase (estudiaba Arte Dramático por aquellas) porque tenía que ir al examen. Y, milagros porque preparada no estaba, aprobé. Aprobar el carné de conducir es como quitarte un peso tremendo de encima. Al menos esa fue mi sensación, la de una liberación. 

Y el tiempo pasó. Yo que era aquella niña que a los 14 escribía en su diario que quería tener ya 25 años para ser una mujer segura con la vida centrada... No imaginaba, supongo, que diez años después de aquella tarde de sofá estaría de nuevo circulando como loca con la bicicleta, volviendo a frecuentar las clases y midiendo los euros para con el mismo esfuerzo que me costó lograr el dinero del carné -del que mi madre me pagó una parte pero la gran parte yo-, para con esa misma agonía y precariedad, pagar el dinero de la renovación. 

Cuando esta mañana en el centro de conductores me hacían la foto de carné intentaba pensar en cómo será mi mirada cuando, en la frontera de los 40, tenga que volver a renovarme el carné y mire esta foto que me hacían hoy. Supongo que aunque lo piense poco tendrá que ver con la mirada de esta casi treintañera obsesiva y cambiante. 
Aquellas amigas a las que esperaba en medio de la llorera siguen siendo mis amigas, aquella actividad frenética, la insaciable curiosidad, los malabarismos para repartir el tiempo... Cosas que no han cambiado. Por lo demás, no alcancé la seguridad que esperaba, pero sí otra... Y mucho menos llegué a las certezas que ansiaba. Tengo menos claro quién soy pero mucho más claro qué no quiero en mi vida. Renuevo el carné de conducir y los kilómetros recorridos, que han sido muchísimos, han quedado muy marcados en la carretera... (Raro es el amigo que no acaba contando alguna anécdota donde yo y el volante jugamos un papel importante) Pero el camino, supongo, es largo aún. 

domingo, 27 de octubre de 2013

Las "realidades mínimas" de un viaje en bus

Plaza de Castilla. Aunque no lo parezca, octubre de 2013. Foto: Gardeu

"Son reconocibles y regulares: cortan el tiempo, dan ritmo al ruido de fondo; son previsibles. El resto parece aleatorio, improbable, anárquico; los autobuses pasan porque deben pasar." Como esta, Luis Pousa (Lugo, 1971) recoge una dispar serie de "realidades mínimas" y las aúna en un librito preciso que da tiempo a leerlo en un trayecto de bus de, por ejemplo, Madrid-Valladolid, o Huelva-Córdoba. Y para ello, el escritor y periodista se acompaña en su viaje de escritores de la talla de Kafka, Camba, Benedetti o Bowles, por sólo citar unos pocos de una lista llena de nombres de primera línea. Se hace, además, prologar de Vila-Matas, e ilustrar por M.Á. Martín.

Breviario del bus no sólo es un viaje al pasado de la mano de estos escritores, también es un viaje al futuro, suspiros hilvanados como los que se dan entre parada y parada, cuando a uno tan solo le da tiempo de levantar la mirada un segundo mientras aguanta el equilibrio. El bus es, sobre todo, la espera. La previa, ante la inminente impaciencia innegociable. La del durante, cuando no hay mejor ejercicio que observar con la cara de neófito -por muchos viajes que se hayan hecho, o muchos libros que se hayan leído- al compañero de tres minutos (o cuatro horas) al que la vida te ha unido con fecha de caducidad. La espera del después, la de la llegada ansiosa, con o sin nadie que te espere o a quien esperar en la parada. 
De todas estas esperas están nutridas este libro, de los viajes que un Pousa sin carné de conducir recrea desde las últimas filas de un bus que le lleva, por ejemplo, al Arteixo (La Coruña) de su cotidianidad peleada. Pousa, que es también autor de La noche de las palabras, invita a compartir viaje y no ofrece sólo carretera y manta, lleva también la comida, los engaños temidos, la fantasía y por supuesto el amor, el enamoramiento sublime, tan breve como la eternidad. 

miércoles, 16 de octubre de 2013

La gatita mamá


Siempre estaba allí. Bueno, no siempre. A veces, cuando alguien pasaba por la zona, su "casa" estaba vacía. Un día alguien le puso una cajita cerca de los contenedores de basura. Otro día le bajaron una manta. Los 'pocillos' para la comida, para el agua... Entre todos los vecinos la alimentaban. Pero la gatita no paraba de quedarse embarazada. Cada bebé que se llevaban de su lado era un sufrimiento, aunque al mismo tiempo era una esperanza para un cachorrito que parecía iba a criarse al amparo de un hogar en lugar de malvivir por las calles. Los vecinos pensaron en castrarla entre todos, en llevarla a la 'prote', en buscarle una familia... Pero a las gatas adultas es difícil que las quieran, por muy cariñosas que sean, como lo era esta. Es probable que cuando dejó de ser una 'graciosa' cahorro alguien la abandonara... 

Ayer su casa estaba vacía. La gatita mamá apareció muerta cerca de los contenedores de basura. No se sabe de qué ni quién pudo hacerle daño. Es respetable a quien no le gustan los animales, pero no lo es quien los daña. Hace poco vimos como a una gatita medio moribunda la pisoteaban por las calles, le daban con bolsas de la compra, la ignoraban como si fuera un papel tirado... Aquella gatita, hoy Nala Miau, sobrevivió y ahora está con la mejor de las mamás humanas. Pero esta gatita, la mamá mudita porque apenas emitía un maullido leve, no pudo tener familia. Quedará en el recuerdo, en las flores que alguien bueno ha puesto en su casa vacía, en su placa-piedra, en nuestras almas. Pero no seremos personas hasta que a ellos no los tratemos con la misma dignidad y respeto que exigimos para nosotros. 


Gatita mamá, hace unos días, con sus bebés. Dulces sueños, gatita.

martes, 8 de octubre de 2013

Periodista en Ceuta


Supe que Ceuta no era mi sitio desde que apenas llevaba un mes en la ciudad. No imaginaba entonces que aún me quedaban allí dos años y nueve meses. Casi tres años que, por su intensidad, me han parecido veinte. No puedo ni quiero arrepentirme de lo vivido allí, pero sí me alegro de estar ya fuera, de volver a ser una peninsular más, aunque ahora con un gran bagaje detrás. Nada lo refleja mejor que el revelador “desierto delos tártaros”, Ceuta es esa fortaleza Bastiani de la que por más que lo intentes cuesta demasiado salir; siempre esperando a ese gran enemigo que vendrá de tierras lejanas sin comprender que el enemigo está dentro.
Pero la realidad supera la ficción y no he muerto dentro, sino que he salido fortalecida, mucho. Un choque frontal con la realidad, un soplo a marchas forzadas hacia la madurez. Ahora sé que la bondad no está innata al ser humano. Hay personas que llevan el mal dentro, psicópatas, desagradables, malvados cuyo único afán es hacer daño. Los he encontrado en Ceuta. Del mismo modo hay quienes lo dan todo sin pedir nada, quienes sobreponen la moral y los principios, la ética, a cualquier otro cosa. Personas generosas y buenas. También en Ceuta he conocido de esas. Al final, siempre ocurre lo mismo, son las personas las que dan valor a las experiencias, lo compartido y aprendido en esa interrelación social en la que vivimos permanentemente.

No llevaba demasiado en Ceuta cuando me dijeron que aprovechara mientras aquello me resultara sorprendente. Llama la atención lo mal que se hacen las cosas en los periódicos de la ciudad autónoma. Todo son irregularidades. A lo largo de este tiempo, la situación ha ido empicada hacia el desastre. El punto de inflexión fue cuando, con el cambio de Gobierno, nos quedamos sin director porque el que teníamos dejó el periodismo para ser asesor del delegado del Gobierno.

Una muestra más de esa vinculación tan dañina que existe entre periodismo y política, donde una a la otra se chupan la sangre. Hace tres años el diario era de una muy marcada tendencia a la derecha. Lo que el Gobierno el PP hiciera iba a misa (nunca mejor dicho, en una ciudad en la que las bodas y los bautizos aún siguen tendiendo su espacio en las páginas, cual siglo pasado). Ahora el diario es pro socialismo. Una línea editorial que fluctúa en base a intereses mercantiles. Es como si ABC pasara a ser republicano (y no cuenta en época de guerras) para vender más periódicos. Aunque quien sabe, todo se andará...

Política
La política me ha traído en Ceuta más de un dolor de cabeza. He visto cómo me censuraban, me cambiaban informaciones, se manipulaba la información por defender un interés económico... Acuerdos y colaboraciones políticas ruines que te hacen comprender por qué el país está como está, en este estado desolador sin futuro y sin presente. Y ni siquiera es sólo el PP, la corrupción y el acuerdo por debajo de la mesa llega de los bandos más dispares. Normal que la desconfianza en la política reine... La corrupción es una realidad, además de una tristeza.
En contrapartida, también de la mano de la política me han llegado excelentes momentos profesionales y personales. Me gusta la política pese a todo, y en el tú a tú hay personas que creen en lo que defienden. Fue una experiencia dura pero muy gratificante cubrir la última campaña electoral 'empotrada' al PSOE. Aquella noche electoral desde la sede del partido escribiendo la crónica que ponía punto y final al socialismo y a unas semanas de un trabajo muy intenso es y será ya para siempre un bonito recuerdo. Una etapa de información política -de muchas ruedas de prensa- que se ha cerrado con un viaje a Bruselas que ha merecido la pena. Como sí merecen la pena los políticos que no se dejan comprar por una portada.

Sanidad
Otra gran área que he cubierto en estos casi tres años es la información sanitaria y sin duda ha sido la que más satisfacciones me ha dado. Ha sido aquí donde he empezado a comprender qué era el periodismo. Este diario ha sido mi primer trabajo afianzado. Pero tampoco venía de casa. Además de otros medios, había pasado por cinco redacciones de periódicos antes de llegar a esta, pero en calidad de becaria. En prácticas trabajas tanto como un redactor de contrato, eso no varía, eres periodista al cien por cien, pero hay algo que sí difiere y que no me he dado cuenta hasta que no lo he vivido. La responsabilidad que exige ser redactor no la exige ser becario. Debes responder ante lo que escribes, debe haber un compromiso muy profundo, y una ética profesional aún mayor. También hay quien opta por pasar del tema, por copiar y pegar año tras año, pero esa es otra historia. De gente sin ética en el periodismo hay para escribir un libro... Escribir de sanidad exigía ese compromiso y tenerlo ha ayudado a que me sienta orgullosa del trabajo que he hecho en este área. Las noticias no llegan en las ruedas de prensa, llegan atravesando la línea que te marcan, aunque eso provoque el enfado y la amenaza para que te 'metan en cintura'. Me he sentido realizada, emocionada, feliz con algunas de mis aperturas sanitarias, con mis exclusivas, y eso no me lo quita nadie.
Hablando de aperturas, estoy convencida además de que he mejorado mucho. Sólo me hace falta recordar la bronca de mi jefa con aquella apertura de mis inicios en las que le 'reportajeé' toda la información y tuve que cambiarla íntegramente a la una de la madrugada. Quiso matarme aquel día, pero en vez de matarme le echó paciencia -mucha- y fue, día a día, siendo la mejor maestra. Muchos meses después tuvo también que enseñarme a hacer portadas y editoriales. Me dijo que puestos a tener que enseñar, prefería enseñarme a mí que a otro. Echaré de menos -no sabe cuánto- ese aprendizaje cómplice.

Inmigración
Y una muestra de ello fue también cómo me cedió numerosos reportajes sobre inmigración. Ceuta tiene algo maravilloso y es que te da la posibilidad de hacer una información que no cubres en casi ningún otro territorio de España. Por un lado está la multiculturalidad. Hacer un reportaje sobre la educación de los niños judíos, cubrir las festividades de Janucá, del dios Ganesh, contar cómo se rompe el ayuno con una 'harera' o cuáles son los perjuicios sanitarios del Ramadán, la musal´a y sus discursos o hasta las charlas anticonstitucionales de un orador radical... Dar apoyo cuando el país entero está pendiente de las redes yihadistas entre Ceuta y Siria, haber 'patrullado' el Príncipe con la policía... Son solo unos pocos ejemplos.

Y por otro lado, el drama de la inmigración. Desde aquel chaval que se quedó manteniéndome la mirada en el Puerto al poco de yo llegar hasta las mil historias que he podido escribir en el CETI cuando en la dirección no había un coronel de la Guardia Civil. Ha sido una experiencia maravillosa y un aprendizaje enorme ponerle nombre y apellido a la inmigración.

Animales, Cultura, Medio Ambiente, Militares....
A medida que pasaban los meses y que la gente se iba marchando porque no aguantaba más en ese diario, la carga de trabajo fue aumentando. Las empresas mediáticas no valoran la calidad, sino el hacer 'caja', periodismo al peso. Son obligatorias tres páginas por redactor al día, independientemente de si tienes la apertura, de si te has pasado la mañana cubriendo actos o de la categoría profesional que tengas.
Al principio me creaba ansiedad encontrar temas para tantas páginas, no podía dormir, me levantaba temprano y me iba a dar vueltas por la calle en busca de noticias. La reunión de contenido de mediodía me generaba un tremendo estrés. Eso era en la época en las que a las reuniones asistíamos una decena de personas. Poco a poco el estrés pasó a generármelo el encontrar espacio para tantas chorradas que en un diario sin criterio había que sacar por obligación. En Ceuta se le da importancia mediática a cosas que en un periódico y en una ciudad “normales” no tendrían cabida alguna... Llevaba temas de animales (pobres de ellos condenados a habitar en una ciudad donde las autoridades no sólo no velan por ellos, sino que los persiguen), cultura, medio ambiente, militares (lo que he aprendido aunque no lograra ir al Líbano y pese a seguir siendo una total antiejército y republicana). Por último, esa ansiedad y ese dolor de cabeza casi crónicos que me ha dado Ceuta me lo provocaba el encontrar temas de importancia, verdaderas noticias propias, las “aperturas”.

...y sucesos...
Cuando llegué a Ceuta sólo quería hacer reportajes. A lo largo de estos casi tres años, he pasado de esa preferencia al gusto por la noticia. Me he sumergido en sucesos, y me encantaban. Esos incendios a deshora y altercados varios. He aprendido lo difícil que es afrontarlos. No caer en la sensiblería. Diferenciar lo 'noticiable' de lo morboso, lo qué es noticia de lo que no. Ha habido momentos muy difíciles, noticias que exaltaban tanto el espíritu de la redacción que acabábamos en batallas campales internas. He discutido muchísimo estos tres años con quienes precisamente más me han enseñado. Con quien más me he “peleado” ha sido el mismo que cuando apenas llevaba cinco días en Ceuta compartió conmigo, metidos en un coche en la puerta del Hospital, la primera de las múltiples conversaciones que hemos mantenido.... Grandes maestros sí, muy grandes, le pese a quien le pese.

Punto y final
En este tiempo hasta nos ha dado tiempo de titularnos como 'community manager'. Una formación que entre otras cosas te enseña que hacer entradas tan largas de blogs es un suicidio. Pero lo mismo me da ya. También vi en esta ciudad como había gente tan ruin que hasta era capaz de utilizar lo que aquí escribía en mi contra. Ahora todo esto me da igual. No me importa desnudarme por última vez en Ceuta. Este es mi punto y final en esta ciudad, en este periódico. No sé si volveré a trabajar de periodista, pero sé que siempre seré periodista, que es algo adherido a mí, desde antes incluso de estudiar esta carrera. No soporto a quien me critica por haber estudiado la carrera de la profesión más bonita del mundo, me permita o no dedicarme o no a ella.
El periodismo, en mi corta experiencia, me ha dado ya grandes satisfacciones. Es un oficio hermoso y maltratado. Y siempre estaré agradecida a Ceuta porque me ha hecho más fuerte, porque me ha enseñado qué era realmente ser periodista. Sé que pese a todo sigo siendo una neófita, con todo por aprender, con todo por evolucionar. Pero Ceuta ha sido la mejor escuela.
He conocido a los peores gestores, los más malos empresarios que no saben aprovecharse de la materia que tienen y se dedican, como está pasando por todo el país, a hundir su propio periódico. Pero he conocido también a los mejores compañeros, los que han compartido conmigo un amor pegado a la piel por esta maravillosa profesión de periodista. Dentro de esa redacción en la que tantas horas he pasado me llevo buenos amigos, pero esa es ya nuestra historia personal. Como jefas, como compañeros, se queda entre nosotros lo sufrido y lo amado.

Dejo miles de palabras escritas, muchas en este blog, pero muchísimas más en los tomos y tomos del diario. Muchas emociones fuera, y entre esas paredes sin ventana, una escena: Pasada la medianoche. La que sería poco después redactora jefa, enfadada porque era demasiado tarde. El director y la adjunta, felices eligiendo qué canción pegaba más para ese momento. El minuto musical lo llamaba yo entonces. El fotógrafo con los cascos, a lo suyo. Y yo agobiada porque no me daba tiempo a cerrar... Aquello era sólo el principio...  

miércoles, 17 de julio de 2013

ABC&Rajoy ¿periodismo?


Hace mil años (no tantos, pero a mí me los parece), una profesora me dijo que había dejado el periodismo porque pasaba de ser el altavoz de los políticos. Confieso que no la entendí demasiado bien...

Estos días está en boca de todos la ética de un periodista de ABC (bueno, y del medio en general) a causa de una pregunta "pactada" con Mariano Rajoy. 

En resumen,y según recoge 223grados, esto es lo que pasó:
"Sólo dos preguntas. Ese era el máximo permitido a los medios españoles en la rueda de prensa conjunta que dio el presidente del Gobierno con su homólogo polaco al término de la cumbre de ambos países. Antes de esa comparecencia, los representantes de los diversos medios en Moncloa habían pactado quiénes iban a ser los dos compañeros que iban a formular las preguntas. Se decidió que iban a ser los periodistas de El Mundo y EFE. Sin embargo, finalmente no ha sido así (...) Una vez que ha dado comienzo el turno de preguntas, Rajoy le ha dado directamente la palabra a un periodista de ABC". Según cuentan, Rajoy leyó la pregunta cuya respuesta llevaba escrita....

Tengo la sensación de que no sabremos la verdad completa de esta historia. Cuánto hay de falta de ética periodística y cuánto de presión mediática y corrupción política. Pero creo que no es cuestión de criminalizar al redactor. Algo aprendí de cómo es el ambiente en ABC. Sé que hay grandes profesionales en ese medio y que lo están pasando mal, tan mal por otro lado como casi todo el mundo en esta profesión tan hermosa y tan maltratada. 

Quiero pensar que también hay políticos que merecen la pena. A alguno que otro he conocido que me ha generado confianza. Cubrir una campaña electoral ayuda a que te inyecten un poco de entusiasmo y confianza. Pero a veces peco de confiada... 

De lo que no tengo dudas es de que hay periodistas con mucha ética y muchos principios, como los hay que se venden a cualquier precio, a veces ni siquiera al mejor postor. Pero esos, por mucha carrera que tengan, no son periodistas. 

Pero esta profesión vale más que esa corrupción. 

Sí, esto conlleva que el periodismo vale mucho más que los medios en los que trabajamos. Que Pedro J. Ramírez y Bieito Rubido protagonicen una pelea por 'Twitter' no es más que una muestra de ello. Uno se siente impotente cuando, como periodistas, en los medios de comunicación nos amordazan, manipulan nuestras informaciones y las de los demás, nos levantan páginas, nos intentan guiar por el camino que más conviene a los editores, nos censuran.

Quizás ese periodista de ABC también se sintió impotente. O quizás no, no tengo ni idea. 

Pero ahora sí entiendo que el periodismo, como decía aquella profesora en Segovia, que dedicarse al periodismo no vale nada si consiste sólo en darle voz a los políticos. El periodismo es otra cosa, pero aún no estoy más que empezando a descubrirlo... Es algo de lo que saben los periodistas, pero de lo que no tienen ni idea ni los editores ni los dueños de las empresas mediáticas, pequeñas y grandes, de todo el país. 

lunes, 1 de julio de 2013

Esos becarios, que empiezan hoy

Verano de 2007, becaria en Huelva Información
Hoy es su día, el de los que están entrando como becarios...

Hace un rato me ha escrito Jorge para recordarme que un 1 de julio como hoy, de hace once años, empezábamos a trabajar en la televisión local de nuestra ciudad, en Teleonuba. Once años desde que entrábamos por primera vez de manera “profesionalizada” en este oficio del periodismo al que llevábamos “jugando” desde que éramos adolescentes. Aquella primera aventura televisiva a mí no me duró demasiado, a él algo más... Después hice de aquella afición mi vida y me licencié en Periodismo. 

Los siguientes 1 de julios eran siempre ansiosos y excitantes. Nuevas aventuras en ciudades diferentes; periódicos, webs, radios y televisiones que nos acogían para “explotarnos” como becarios, pero una explotación que nosotros asumíamos con un entusiasmo enorme. No importaba echar horas y horas, nos mareábamos de tanta emoción, de manera literal. Me recuerdo con los ojos y los poros de la piel muy abiertos, como una esponja empapándome de los compañeros veteranos, de los buenos, porque de los malos, que también los hubo siempre, sólo aprendí a haceme fuerte. Pero me quedé con los buenos, por supuesto, porque en esta profesión es imprescindible aprender de los que te preceden, de los que respetan y aman este oficio. 

Ahora, que ya no soy becaria, pero que aún sigo siendo una neófita en esto, soy consciente de que dedicar los veranos a hacer prácticas, en lugar de irte a la playa o dedicar el verano al 'dolce far niente' era comprometido, pero era también absolutamnete necesario e imprescindible. Y es que, como, esta mañana decía Luis del Olmo, en Los desayunos de TVE, “esta profesión te entra por las venas y ya no puedes prescindir de ella”.
Tuve muchos compañeros en la facultad que prefirieron irse a la playa, yo y muchos otros optamos por meternos en las redacciones, por patear las calles dándole alas a esas almas de periodistas. Por eso, cuando llega el 1 de julio, pienso en esos becarios que hoy estarán entrando, valientes, en los medios de comunicación. Es tiempo de aprender, pero también de que lo disfruten. Hoy es su día. Este es su verano.

viernes, 28 de junio de 2013

Es amor


Es amor. Pero no tiene nada que ver con esas canciones que se escuchan en la adolescencia ni con esas frases repetidas hasta la saciedad en las películas. Ni piedad ni cursilería. Ni siquiera amor son esos versos. No, ni siquiera.

Pero es amor. 
Así, con su simbolismo y su pureza, pero desnudo. 
Con el arrebato pero sin la filosofía. El amor no entiende de cines ni de celos, ni de escalones. 
Ni de convenciones sociales ni, por supuesto, de género. 

Es el mundo reducido a dos cuerpos. 
Es la piel erizada, la agonía.
Es el fin del mundo y la eternidad. 

No es la pareja, ni es el marido ni la mujer. Tampoco es el amante. 
Es la unión (in)visible y desgarrada, la que puede contra todos los miedos.

Después viene el engaño, las apariencias, la cotidianidad, el silencio, la presencia, la compostura, el aprendizaje, la vida. 
Eso ya no es amor. Pero lo otro, ese instante eterno e íntimo donde nada se quiebra, sí es amor.


lunes, 20 de mayo de 2013

No me imagino más feliz haciendo otra cosa



Siempre, desde que recuerdo, he querido ser periodista. (También, de manera simultánea, otras cosas como maestra de niños pequeñitos, veterinaria o actriz, pero por encima de todo y mucho antes de saber que era esto del periodismo, yo quería ser periodista). Como muchos de los que en esos años teníamos esa intención, yo también leía de adolescente historias de corresponsales, el Mujer en guerra, de Maruja Torres, las Cartas a un joven periodista, las historias de una corresponsal francesa que no recuerdo su nombre pero que me parecían fascinantes y otros del estilo; una vocación de periodista internacional que no ponía fácil mi poca mano izquierda con los idiomas, pero que crecía con las crónicas de conflictos bélicos del telediario. 
Sin embargo, no tardé mucho en preferir el periodismo local. (Tampoco tardé mucho en mejorar mis lecturas y mis referentes periodísticos). Me parecía más útil la información local, y más social, y más 'periodística'. Mis primeros escarceos en periódicos haciendo prácticas me dieron la razón. No había un periodismo más directo que el del cara a cara. Después descubrí eso de las “especialidades”: el periodismo económico, el cultural, el sanitario… No deja de ser todo lo mismo, la misma búsqueda. Cuando llegué a Ceuta ‘reportajeaba’ todo -y así me gané mi primera bronca-. Pero poco a poco, mis gustos volvieron a cambiar -más que 'gustos', lo que pasó es que empecé a aprender- y descubrí que no había periodismo más apasionante que la noticia 'pura y dura'. Nada de reportajes, de ruedas de prensa, de periodismo declarativo o endulzado… Si hay algo que he descubierto aquí es a disfrutar con el periodismo más esencial, ese que no tenía nada que ver con el Mujer en guerra, ni mucho menos con el Cartas a un joven periodista

Sin embargo, la obsesión de ser periodista también flojeó y, a veces, el entusiasmo, viendo el panorama, flaquea. Supongo que, a mi pesar, no todo es el periodismo. Y se cruzan otros mundos.... Otras veces pasa lo contrario, la cosa se pone interesante, o me dan un par de buenas lecciones, y vuelvo a emocionarme como nadie.  Supongo que soy más yo en esos momentos. Sé que no me temblará la mano al estampar la firma por muy comprometida y ‘antipopulista’ que sea una información y sé que el periodismo es importante y que hay, por encima de todo, que respetarlo. No me fío de los ‘periodistas’ que echan pestes sobre la profesión que ejercen ni de los que necesitan de su novio -o novia- para ir a cubrir algo más 'delicado'. 
Amo el periodismo, pero tampoco tengo muchas esperanzas en que la situación mejore y en que el periodismo pueda ser mi forma de vida. Sé que seré periodista siempre, lo ejerza o no, y sé que, efectivamente, es muy difícil imaginarme más feliz haciendo otra cosa. Pero…


Periodismo y propaganda


No tienen que dar noticias, sino educar a las masas”, dicen que les repetía Lenin a los periodistas durante la Primera Guerra Mundial. Ya lo decía Pio Baroja: “A una colectividad se le engaña siempre mejor que a un individuo”. La sociedad de masas neoyorquina de los felices años 20 marcó a una sociedad europea de principios de siglo que, recién salida de la primera Gran Guerra, se dejaba arrastrar por grandes ideas de uno y otro bando, siendo testigo de las mayores políticas totalitarias de la historia. En ese contexto alcanzó su madurez la propaganda política.



El término 'Propaganda' nació en la Edad Media, cuando la Iglesia se dedicó a propagar la fe y a vender salvoconductos para el cielo, pero sería con las guerras contemporáneas cuando la propaganda y el periodismo beberían de una única fuente: la política. Muchos periodistas procedían del Poder en un clima en el que la mayoría de los países europeos arrastraba censuras. Hasta las oleadas revolucionarias de 1848, el Gobierno pretendía mantener la imagen de aparente libertad informativa y los panfletos, octavillas y otros fugaces impresos se repartían entre la muchedumbre. A finales de siglo, algunas guerras (Crimea, Secesión, Franco alemana) habían estado ya en la mira de la prensa; la Guerra de Cuba fue el principal hecho mediático de la época (destacando el Hundimiento del Maine) y la Primera Guerra Mundial tuvo una amplia cobertura mediática. “Cuando empieza una guerra, la primera víctima es la verdad” aseguraría el primer ministro Winston Churchill, y la verdad se sacrificaría en respuesta a subir el ánimo de combatientes, lograr aliados o ahuyentar al enemigo. Así daría la propaganda sus primeros pasos.

La Revolución Bolchevique del 17 no apaciguaría ánimos sino que los impulsaría. Adolf Hitler, Benito Mussolini y Stalin serían, cada uno en base a sus ideas pero con las mismas formas, líderes carismáticos e históricos que sabrían manejar a las masas utilizando como arma la propaganda. Mensajes claros, repetitivos, sin derecho a réplica, contagiosos, con eslóganes, insigniasLa propaganda asumía los aspectos más simbólicos de la Publicidad y de la Psicología (Teorías como la de la Aguja Hipodérmica, de estímulo-respuesta, en lo que se llamaría Prop. Científica) que se alzaban como ciencias. Los Estados Totalitarios se convirtieron en un reflejo evolucionado de las monarquías absolutas de los siglos precedentes; el control de la información, en una prioridad.

Musolini monopolizó la información con el periódico Il Popolo d´Italia y la Agencia Stefani (hasta tal punto que en 1925, después de los decretos que estableció en los últimos años según los cuales, se multaban los medios que alteraran el orden público y obligaban al registro en el Ufficio-Stampa a los directores de periódicos, tan sólo permanecían abiertos, tres periódicos no fascistas: Il Mondo, La Stampa e Il Corriere della Sera). Los mismos propósitos albergaba Hitler, (En el 34 aprobaría la Ley de Redactores para establecer que sólo podían ser periodistas los pertenecientes al ideal de su raza aria) con la ventaja de contar con Hugenberg, el cual construyó un imperio mediático en torno al líder, que incluía desde cabeceras de periódicos hasta la productora de cine UFA. La Agencia DNB fue sometida al control estatal. Al igual que en la URSS la Agencia TASS y los periódicos Iskra y Pravda, herencias de Lenin, que aguantarían hasta la caída del muro de Berlín en el 89.

La figura del periodista en los Estados Totalitarios no se dejaba al azar, en un Congreso celebrado en Venecia en el 39, se recogía que la función del periodista consistía, desde ese momento, en colaborar con el Estado para construir la imagen de esta nueva Italia, y añadía que el periodista era “el vínculo cotidiano entre el Régimen y la masa (…). En los países democráticos el periodista es un profesional de la pluma, para nosotros es el portador de una fe, el soldado de un ideal”.

Los periodistas se dedicaban a transmitir las ideas del régimen, pero no sólo los periodistas, la propaganda abarcó todos los medios de la época, como se pudo comprobar con el Nacionalsocialismo alemán. Hitler lo había dejado escrito en su libro Mi lucha (escrito en la cárcel, en el 24) y contó para ello con el que se convertiría en el Ministro de Propaganda del III Reich (1933-45), Goebbels. En el Congreso de Nuremberg del 34, Goebbels se dirigía a las masas para destacar que en la Propaganda le hacía falta corazón y no fuerza. De ello dejaron constancia los documentales rodados por la cineasta Leni Riefenstahl (El Triunfo de la Voluntad, 1934 y Olympia, 1936). El cine fue considerado un importante modo de influir sobre las masas, herencia de los Nickelodeons de la sociedad de masas americana, fue visto como una experiencia colectiva, y por ello, considerado también como un arma mediática de masas. Riefenstahl dejó patente la comunión mística entre “un pueblo, un imperio y un jefe”, a un nivel profesional (incluyó pasarelas y travelling) que hizo imposible que, años más tarde, los norteamericanos manipularan la cinta en pro de negativizar el ideario nazi; pero además, el cine de la época sirvió para no sólo exaltar el ideario nazi, sino también los sentimientos negativos como el desprecio a los judíos.

También al otro lado ideológico, la izquierda aunó sus fuerzas para hacer arma propagandística a tal nivel que lograron el Estado Totalitario de mayor duración de la historia, siete décadas de servidumbres culturales y libertad engañosa entre el Octubre Rojo y, prácticamente, la era Gorbachov. En un país donde la tercera parte de la población era analfabeta, los medios de comunicación cumplieron la misión de divulgar la doctrina del marxismo-leninismo, trenes cargados de panfletos y carteles con Lenin retratado, amplias políticas de radiodifusión (se colocaron altavoces en las plazas), el nuevo cine soviético, manipulación de fotos (Desaparición de Trostki en las fotos cuando éste fue expulsado del partido)… Se creo en 1920 un Departamento especial de propaganda y agitación, el OSVAG, se crearon los Medios de Agitprop. Stalin, a la muerte de Lenin (1924) reforzó el potencial propagandístico del régimen soviético, presumía que la nueva Constitución de 1936 superaba a la de cualquier país del mundo en el reconocimiento de libertades. (Ya lo dijo Napoleón en la Revolución Francesa (1789): “La mejor política es hacer creer a los hombres que son libres”)
El país acotó la entrada de publicaciones extranjeras y se centró en hacer de los intelectuales voceadores del ideario comunista, muchos lo creyeron y expandieron, los que no, fueron arrinconados en el silencio y sus escritos “secuestrados” por el KGB. Un experto en desarrollar esta política de manipulación fue Willi Munzenberg.

La Propaganda logró su cometido, sólo hace falta mirar un poco hacia atrás para comprender cuánta razón tenía Goebbels cuando decía que lo único que había que hacer era “conocer las almas, saber tocar la fibra”, porque así “una mentira repetida mil veces, se convierte en realidad”.

('Recuperando' unos apuntes de Historia del Periodismo de la facultad, en estos días que están más vigentes que nunca)

lunes, 8 de abril de 2013

Maestros en las redacciones

Atardecer en Ceuta

Hoy me ha llamado un antiguo colega, un periodista al que admiré y escuché atenta cuando él andaba contando batallitas del ‘Prestige’ mientras yo intentaba entender a los gallegos, durante unas prácticas en La Voz de Galicia. Mi jefa de aquellas le contaba –después de que yo saliera excitada de una reunión de ‘primera’- que a mí me "hacía ilusión cualquier cosa" y él se burlaba de mí y de mi entusiasmo... Me encantaba aquel periodista. Y también alguno más de aquella redacción, me gustaban aquellos que se empeñaban en desmadejar la intrínseca gallega con los poros de la piel muy abiertos. Me gustaban los que ponían empeño y al hablar de periodismo los ojos se les hacían grandes y te contagiaban.

Hace un par de días, una amiga y compañera periodista me decía que no entendía por qué en esta redacción nuestra salimos tan tarde, que ella en otros periódicos, a las ocho estaba en casa. Me sorprendió porque en todos los diarios en los que he estado, he trabajado jornadas interminables, en todos se me ha hecho la medianoche tecleando en el ordenador... Pero no me importaba, tenía la ilusión intacta. Fui redactora en prácticas en Segovia, en Huelva, en Madrid y en La Coruña y no tuve la suerte de salir nunca a las ocho, pero me emocionaba tanto que no me importaba... A cambio, tenía una suerte, la de ir encontrándome con grandes profesionales. 

Me he cruzado con periodistas que amaban el periodismo y lo respetaban y que se sentaban a mi lado, al lado de la becaria, y te enseñaban y te contaban y te corregían y te llenaban las páginas de rojo y tenían una paciencia infinita contigo. He tenido la suerte de tener la posibilidad de aprender. Después, en cada uno está que tomes esa posibilidad y estés atento o que la dejes pasar... También he tenido compañeros pésimos y sobre todo jefes que me dejaron malas experiencias, pero a los malos, a los que hablaban mal de la profesión y la ejercían con rencor los he ignorado. Y aún así, también me enseñaron, me enseñaron a defenderme y a ser más fuerte. 

Era como los profesores. No soportaba a los que  te decían que no estudiaras periodismo, a aquellos que no creían en lo que estaban impartiendo. Tuve muchos de esos, pero los olvidé. Me quedé sin embargo con quienes me motivaron, con quien en cuarto de carrera compartió todo conmigo y me regaló el amor a una profesión que pese a todo sigue siendo la más maravillosa del mundo

Ese amor es el que después han compartido conmigo otros periodistas, ellos que a menudo desde pequeños rincones hacen grande cada día esta profesión. Igual es una persona o dos tan sólo a quienes destacaría de cada medio por el que he pasado  -también las redacciones están llenas de gente nefasta que perjudica a esta profesión-, pero por esa persona que en un determinado momento de mi aprendizaje me enseñó a valorar el periodismo es por quien merece la pena continuar creyendo en este oficio.

Ahora que los ERES y las prejubilaciones dejan las redacciones sin maestros, aún valoro más las posibilidades y las enseñanzas que he recibido en cada uno de los medios de comunicación por los que he pasado. Llevo pocos años en esto, pero ya hace ocho años que escribí por primera vez en un periódico sabiendo la responsabilidad que ese gesto conllevaba, ocho años desde que me presenté en una redacción con las ganas de aprender que -como no, sigo estando muy verde-, aún conservo.

Ya no soy aquella becaria. Hace dos años y tres meses que trabajo en una redacción y lo que ha hecho grande, lo que hace grande,  mi estancia aquí, en Ceuta, es a quienes he encontrado, quienes me enseñan cada día. Quienes con su ejemplo me animan a la perseverancia. Las redacciones sin ejemplos, sin gente a las que admirar y de las que aprender, no serían lo mismo, y eso deberían de tenerlo en cuenta quienes promueven los despidos. 

Yo no me canso de escucharles, de observarles y de aprender. Soy una periodista afortunada porque tengo a mi lado, compartiendo redacción y atardeceres, a los mejores maestros. Y por ellos merece la pena pelear y amar el periodismo. 

miércoles, 27 de marzo de 2013

El teatro y los amigos



Subió el telón. Nos colocábamos esas camisetas blancas en las que ponía ‘Día Mundial del teatro’ y jugábamos a ser otros. El teatro era amistad, las primeras. El taquillero hacía la vista gorda y nosotros, valientes e invencibles, nos creíamos que éramos muy astutos y que estábamos colándonos en las funciones para cuyas entradas no alcanzaban nuestras pagas de adolescentes. 

Mientras el telón permanecía subido, el mundo se paraba. El corazón se nos salía del pecho y reíamos y llorábamos como si nada más fuera de aquel 'Gran Teatro' importase. Después, excitados, prolongábamos nuestra salida de aquel edificio que en pleno centro de Huelva, nos atraía por su olor. A la salida, esperábamos a los actores -nuestras primeras y nada improvisadas entrevistas- y los atosigábamos diciéndoles que también nosotros hacíamos teatro. 

Y era cierto, tardes de ensayos en el 'Lazareto', de duendes y de confesiones que nos hacían cultivar una pasión pero al mismo tiempo engendrar una amistad a tres bandas que supimos inquebrantable con el tiempo. La vida sorprende, los amigos son muy pocos, algunos se hacen personas con alma a la par que tú, otros aparecen en un momento inesperado como un regalo, el mejor  regalo de la vida. A veces te decepcionan, y como canta Sabina, muerta la amistad, sabe igual que el fracaso. Hay traiciones y lamentos, pero también hay personas que miras a los ojos y sabes que estarán a tu lado para siempre, dándole sentido a la palabra amistad. 

Porque los amigos, los de verdad, te dan esa fuerza, la misma fuerza con la que nos comíamos el mundo cuando el telón bajaba y salíamos renovados y resucitados de esas obras de teatro que marcaron nuestra adolescencia. Y también -la vida continúa- los primeros años de juventud. Aquel 'Decíamos ayer', los encuentros, 'Las manzanas del viernes' con diálogos que aprendíamos de memoria, y hasta, años más tarde, la ESAD. El teatro como banda sonora de una vida en la que por aquellas (mucho más que ahora) tenía muy claras mis metas y mis pasiones, mi alma de periodista enamorada del teatro. 

Por todo aquello, cuando llega el 27 de marzo, me acuerdo de esos juegos compartidos, de aquel 'Gran Teatro', de aquella eterna Maricastañas... y me alegro de estar rodeada de cómplices, desde aquella adolescencia un poco caótica y muy diferente a la de otra gente de mi edad, una adolescencia de libros cuyos protagonistas se levantaban del papel  y se hacían vida. Porque el teatro, como la vida, como la amistad, necesita pasión y sinceridad.  

viernes, 8 de marzo de 2013

Mujer trabajadora


Ya no sé si no escribo en el blog -porque fuera vaya si escribo, tres páginas diarias- por falta de tiempo, por pudor -me estoy haciendo mayor- o por pura desgana; el caso es que -el archivo lo confirma- en lo que llevamos de año no he escrito una sola línea. El año pasado estaba más inspirada, y escribí de las mujeres que me enseñaban (8 de marzo, por las mujeres que admiro y por la mujer que soy) y del caso de tres mujeres que habían perdido su trabajo en la madurez (Tres mujeres trabajadoras despedidas). Curiosamente, a una de aquellas tres mujeres tuvieron que readmitirla después de que llevara el caso a los tribunales. 

Hoy retomo la palabra, pero más que inspirada, que no lo estoy, por las circunstancias, porque estoy en la redacción, como en aquella época de los 'minutos musicales nocturnos', aunque las cosas en esta redacción hayan cambiado mucho desde entonces. Pero bueno, sobrevivir, hemos sobrevivido, y el trabajo se hace lo "más dignamente posible".

Más que desgana, o falta de tiempo -que siempre he sabido sacar-, debe ser lo del pudor, el arrepentirme después de lo que he dicho o dejado escrito ahora que, nada era tan seguro como creíamos. Yo que siempre pensé que los años me darían certezas y resulta que lo que me dan son dudas. Tal como están las cosas, no sé durante cuánto tiempo más seré una mujer trabajadora, pero estoy orgullosa de haber tenido la oportunidad de haberlo sido. Y eso es gracias a un montón de mujeres que reivindicaron, a voz en grito y con acciones, cuáles eran nuestros derechos. Pero es gracias también a las mujeres que tengo enfrente, que me enseñan cada día, desde la mesa de al lado. 

A las mujeres, porque aún hay mucho por lo que soñar, al menos, mientras la lucha entre el bien y el mal no esté del todo perdida. Hay que ser agradecidos, porque tenemos mucho. Yo sé que tengo en mis manos muchas oportunidades. Pero hay que ser también reivindicativos porque a veces en la rutina diaria se nos evaporan los sueños y las ganas de defender nuestro papel, nuestra identidad, la de mujeres trabajadoras y la de mujeres libres.