jueves, 14 de julio de 2011

Vacaciones


Ponerle loción antiparasitaria al gato. O dejarle a Virginia todas las instrucciones: que le eche comida, que le ponga agua fresquita, que le limpie la arena... (Y que me riegue las Cintas) Decidir, antes de que se acaben los plazos, si me apunto o no a inglés. Pagar los recibos (de luz y agua) por adelantado. Meter en un pen-drive los documentos que me vayan a hacer falta (va a ser que sin escribir en quince días no podré estar). Seleccionar sólo la ropa que voy a ponerme, los zapatos que voy a usar, los libros que de verdad me apetece leer. Conjurarme conmigo misma para no levantarme temprano (voy a dormir). Comprar cereales para traerme a Ceuta. Estar pendiente de la placa verde que señala la entrada en la península, para iniciar la cuenta atrás.

Me voy de vacaciones. No me llevo al Ingesa ni al Hospital Universitario, ni al Hospital Militar ni al SUAP. No me llevo a las malditas agencias con teletipos de atraso ni a los e-mails del Gobierno de la Ciudad y de los sindicatos. No me llevo las graduaciones militares, ni su cerrada política de comunicación. Tampoco las agendas culturales, los estrenos, las exposiciones, los conciertos y los días puntuales. Y dejo en Ceuta la ansiedad. Me llevo, eso sí, la sensación extraña de irme de vacaciones de mujer trabajadora por primera vez. La esencia de crecer
Estoy agotada, exhausta de malas noticias, y sin embargo, dispuesta a volver a la brecha. En agosto, seguramente, todo seguirá igual. La actualidad desmiente cada día su propio nombre. O quizás todo será distinto, porque los ciudadanos que se han atrevido a decir que no, para asistir asombrados al prodigio de las miles de voces que se han unido a la suya, saben ya de lo que son capaces.
Sobreviviré a las vacaciones. No sólo eso, desconectaré. Aventura, familia, playa, amigos. Los noes de hoy serán síes de mañana. Con esa esperanza me despido de ustedes. Disfruten de la luz de este verano.


(Palabras versionadas del artículo publicado por Almudena Grandes en El País el pasado lunes). Artículo completo

lunes, 11 de julio de 2011

El gofre


E-mails pendientes. Susurros de los días libres. 
El chino, como un mantra: el de niña en los domingos tiernos, el de los martes cómplice en la facultad, el de los lunes en el surrealismo. 

Gofres precocinados con chocolate. Libido veraniego. Mochilas con agujeros. 
Los abrazos no valen si son pedidos. La comida se enfría. 

Una peli de tres horas, con banda sonora en directo. 
Mil dudas y mil sueños. Y otras mil dudas.

Desconfianza. Repeticiones. 
Los días, atropellados. Las vacaciones, a la puerta.

domingo, 10 de julio de 2011

¿Sus vidas cuánto pesan? (Las respuestas en 'Up in the air')

"¿Sus vidas cuánto pesan? Imaginen por un segundo que llevan una mochila. Quiero que noten las correas sobre los hombros, ¿las notan?
Ahora quiero que la llenen con todas las cosas que tienen en sus vidas. Empiecen por las que hay en los estantes y los cajones, las tonterías que coleccionan. Noten cómo se acumula el peso.
Ahora cosas más grandes: ropa, pequeños electrodomésticos, lámparas, toallas, la tele. La mochila ya pesa. Ahora, cosas más grandes: el sofá, la cama, alguna mesa…
Métanlo todo dentro: el coche, la casa, un estudio o un apartamento de dos dormitorios.
Quiero que introduzcan todo eso dentro de la mochila.
Intenten caminar. Es difícil, ¿no?
Pues esto es lo que hacemos con nuestra vida a diario. Nos vamos sobrecargando hasta que no podemos ni movernos. Y no se equivoquen, moverse es vivir."

"Tienen otra mochila. Sólo que esa vez deben llenarla con personas. Pueden empezarla con los conocidos: amigos de amigos, la gente de la oficina, y luego pasen a las personas a las que confían sus secretos: sus primos, tíos, tías, hermanos, hermanas, sus padres, y por fin, su marido o su mujer, su novio o su novia.
Métanlos en la mochila. ¿Sientan el peso de la mochila?. Puedo asegurarles que sus relaciones son la carga más pesada de su vida. ¿No sienten un peso clavándose en sus hombros? Todas esas negociaciones,  discusiones, secretos y compromisos... No necesitan cargar con eso".

Furtiva, divertida y apasionada. En las nubes te deja 'Up in the air'.
Me han encantado los diálogos, aunque me quedo con una escena: la conversación a tres bandas sobre la vida y el hombre perfecto.

Hasta a George Clooney, en su papel de Ryan Bingham, un hombre que por su trabajo -despedir a empleados de grandes empresas- se pasa el día volando, pueden ponerle la vida del revés. Así pasará cuando aparezcan en escena una nueva compañera de trabajo, la joven Natalie (Anna Kendrick), y su aparente alma gemela, Vera Farmiga. No hay nada como ponernos en constante contradicción…

martes, 5 de julio de 2011

El ego, Chila, mis primeras vacaciones y otros 'melodramas' caballas


Mi gata Chila me mira como diciéndome: 'Entiendo, cariño, todo eso que me estás contando'. Pero, después, la tía viene y lo único que hace es pegarme un mordisco. Entonces comprendo su respuesta: 'Hija, no melodramatices, déjate de cuentos y échame de comer'. Chila está obsesionada con la comida. Yo, la aprovisiono de alimento y le cuento mis cuentos. 

Como a quien se le sube un tendón, a mí a veces se me sube el ego -le explico a Chila- y me vuelvo de lo más vanidosa. Me pillo unos mosqueos tremendos por que tal o cual tema no me lo han dado a mí o por qué aquella historia la va a escribir fulanito en lugar de escribirla yo. Normalmente, como esto del ego suele responder a impulsos irracionales que no puedo justificar, y además yo no soy de montar numeritos, a lo único que me lleva es a, como a un niño chico al que le niegan lo que reclama, pillarme unas llantinas tontas y exageradas, que cuando, con desconsuelo e impotencia, termino de llorar, hacen que me sienta de lo más ridícula

El ego es mi primer problema; el segundo, la lentitud. Empiezo a creer que los demás se creen que soy lenta queriendo. Entonces yo me acuerdo de las noches con Cristina Durán en ABC o de la de veces que me he quedado la última, allá donde voy. Me retumba la frase esa de que 'bien hecho y tarde' es lo mismo que 'mal hecho y a tiempo'. Así que si con las prisas, encima de tarde, la información queda mal, ya es para 'Apaga y vámonos'. 
Pero es que las tardes pasan a una velocidad de vértigo. De las cinco a las seis, el tiempo no existe. Y al final siempre son las siete y media y aún estoy con la primera de mis tres páginas. La ansiedad llega más tarde. Y como empiecen a hablar de editoriales es cómo: 'Oh, Dios, pero cómo escribo tan lenta!!??' 
Después están los factores externos, siempre hay algo que nos hace entretenernos. Son las consecuencias de que la redacción sea un poco como el salón de casa. Como una familia en la que siempre hay algún miembro con alguna historia queriendo compartirla con los papis o los hermanos. Pequeñas cotidianidades que nos dan la vida.

Es lo que puede llegar a pasar con un trabajo tan absorbente y en el que echas tantas horas, más aún si tus 'compañeros de oficina' terminan convertidos en la gente en la que confías y con la que compartes tus emociones. Hay quienes piensan que eso puede ser perjudicial para el rendimiento laboral y por ello fomentan una actitud de competitividad y recelos, de mal ambiente en la zona de trabajo. Yo, por el contrario, pienso que el buen clima es una de las grandes ventajas de este trabajo. El sentirte como en casa implica que, a la hora de trabajar, además de tu esfuerzo como profesional y de tu pasión como amante de tu oficio, acabes sumándole el compromiso personal que has adquirido; es decir, te sientes en la obligación de poner todo tu empeño en realizar un buen trabajo, no sólo porque es tu profesión, sino también porque estás implicado emocionalmente. Gracias a ese buen ambiente, defiendes no sólo tu trabajo, sino el de toda tu 'manada'.

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Hoy libro, prueba de ello es que tenga tiempo para estas divagaciones con Chila; después, eso sí, de unas cuantas horitas en la piscina. En diez días, la historia cambiará: me voy de vacaciones. 
Ya, es algo habitual para todos los trabajadores; pero para mí tienen un significado especial: son mis primeras vacaciones laborales.
Estaban aquellas del instituto. Tres meses de campamento, playa, botellones y lecturas veraniegas. Después llegó la Universidad y con ella, primero los trabajos de verano, después las prácticas de verano. Primero de julio significaba empezar como becaria en un nuevo diario. 
Esta vez, el 1 de julio fue trabajar como un día más. Tengo vacaciones del 15 al 30 de julio. Vacaciones de mujer adulta, de mujer trabajadora. 

En Ceuta suelo tener la sensación de que no me da tiempo a asimilar tantas cosas que aprendo; que se me escapan las conclusiones de los pasos que doy, los matices de las historias que tengo el lujo de escuchar en cada noticia, en cada comida compartida, en cada rato, en cada esquina. Pero a veces la fregona se llena de demasiada agua y no seca.
Vine para tres meses, llevo seis y pico, y, de momento, mi intención es quedarme. A veces me sorprendo a mi misma haciendo planes de futuro, como, por ejemplo, ir este invierno a la piscina. Entonces me rallo porque no pensé que me quedaría en Ceuta por mucho tiempo. Imaginé que me agobiaría antes y la verdad es que, por ahora, estoy feliz en esta peculiar ciudad. No sólo eso, deduzco, además, que no querré irme mientras tenga esta sensación de que aun se me escapan demasiadas cosas y de que Ceuta me pone por delante un abanico enorme con miles de cosas que descubrir. 
Todo evoluciona, la ansiedad por no encontrar temas pasa a convertirse en ansiedad por no encontrar buenos temas, la lentitud se afianza como un reto pendiente, el horizonte no es más (ni menos) que el cierre de cada día. Y la sensación de soledad y desamparo de los primeros meses ahora se ha convertido en tener a gente al lado que empieza a hacerse un hueco en el corazón. Soy una cursi, aunque tenga fama de poco romántica.

Si tiene razón Chila, menos ralladas y a disfrutar de todo un verano que tenemos por delante.