miércoles, 6 de abril de 2011

Noches en las que el periodismo te quita el sueño

Tres de la mañana, muerta de sueño, y no puedo dormir dándole vueltas a la información de hoy (de mañana). Pensé que estaría contenta, esa sensación incomparable que te empapa cuando haces un artículo o un reportaje del que te sientes orgullosa, ya sea porque es una buena información, porque es un 'bombón' periodístico, porque te la has currado, porque sabes que ayudará a que alguien se sienta mejor o a poner tu granito de arena para acabar con una injusticia, porque te has divertido haciéndola, o por mil y un motivo más... Una sensación de placer y satisfacción que aunque se descompense un poco con el prurismo de 'siempre se podría haber hecho algo mejor', te emociona, te da fuerzas y te hace merecer todas las horas pasadas, todo el esfuerzo que no fue en vano.
  
Pero tras el trabajo de hoy no queda nada de eso, al contrario, me duele la barriga y le doy vueltas a la información. Sé que he trabajado éticamente durante el proceso, que he consultado todas las fuentes que he podido, aunque nadie de su nombre. Todo el mundo habla y todo el mundo dice después "esta conversación no se ha producido"
Reconozco que a veces me flipo cuando me dicen frases como esa, porque yo, que soy una peliculera, me siento más periodista, más "investigadora" y menos "copiadora" de notas de prensa cuando me dan una información y me dicen: "Pero yo no he hablado contigo".
Pero después llega la maqueta, montar una información sin citar una sola fuente con nombre y apellidos, aunque haya muchas anónimas. Romper todas las reglas de escritura por mucho que las morales y éticas se cumplan. No sé, me resulta contradictorio. 

No me dan miedos las presiones, lo que puedan pensar los "afectados" por la información, no me asustan los poderosos; pero, sin embargo, me preocupa que se crispen las cosas sin solución alguna, que se genere maldad porque sí. Parece absurdo pero, y si en lugar de que una "crítica sanitaria" sirva para mejorar el mundo, la salud y la sociedad, para crear conciencia y aumentar la sensibilidad, sirva únicamente para alterar a los pacientes, para darles un exceso de información y generarles ansiedad. ¿Cuáles son las verdaderas consecuencias de cada cosa que escribimos?

Me asusta dejarme arrastrar por intereses ajenos a mí, equivocarme y cometer errores que me hagan dudar de mí misma, me da miedo traicionarme y sobre todo me aterra sentirme confusa, no estar a la altura de asumir las responsabilidad que exige ser periodista.

Supongo que sí, que le doy demasiadas vueltas a la cabeza, pero no me engañan las sensaciones y siento que algo se me escapa en una jornada confusa como la de hoy. 
No puedo ejercer esta profesión con pasividad y armonía, es como una pelota de fuego que a veces me quema en las manos sin saber qué tengo qué hacer o en quién confiar. Un oficio que me da la vida, pero me quita el sueño. 

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