miércoles, 23 de marzo de 2011

No a la guerra




Que alguien piense que tú estás equivocado 

que les puedas parecer un bicho raro 
eso no es malo, eso no es malo. 
Si te carga que un experto en bombardeos 
te lo explique y tú no entiendas 
de que vá el juego. 
Levanta el dedo, levanta el dedo 



Que no sabes a qué distancia está esa estrella 
las galaxias no te estimulan, no te interesan 
no es tu guerra, no es tu guerra 
pero piensas que esos meces son robados, 
los que te hacen dar servicio de soldado 
son tan largos, son tan largos. 



Si estas dispuesto a hacer un buen corte de mangas 
a quien te ordene conquistar aquella playa, 
tender un puente, acorralar a algún vecino 
en el supuesto que atacara el enemigo. 



Si el peligro es que te llame mal patriota 
los que siempre hacen las cosas por pelotas 
menuda gloria, menuda gloria. 
Aqui estoy cautivo, solo y desarmado 
no hay mejor defensa que cruzar los brazos 
pasar de largo, cruzar los brazos. 



Tal vez mañana no habrá nada que escupa fuego 
y el que se invente el tirachinas le colgaremos 
reposaremos nuestra miseria en un caldo espeso 
quizás ese día todos seremos tontos o ciegos. 
Aqui estoy cautivo, solo y desarmado 
no hay mejor defensa que cruzar los brazos 
pasar de largo, cruzar los brazos.

"Cruzar los brazos", Víctor Manuel

martes, 22 de marzo de 2011

Noches de viento


Chispeando estrellas. Pensando en si dejarme seducir por lo correcto o permitirme arrastrar por lo prohibido. Consultando caminos en las cartas imaginadas del tarot. Buscando el as de oro. Relamiendo heridas de otros. Y suspiros. Viendo en su mirada los juegos del ayer. Recordando olvidos. Levantando muros de piedra y castillos de arena. Escribiendo a destiempo. Corriendo porque la luna es demasiado enorme. Esperando, a ver si la fruta madura y el nudo se deshace. Inventando mentiras que retrasen decisiones. Temporales que nos dejan aislados. Viento de Levante que me devuelva los abrazos perdidos. Huyendo pero sacando pecho. Sin decir nada. Pero pensándolo todo. 

miércoles, 16 de marzo de 2011

"Tendencia a hacer literatura, con exceso de retórica"

A veces se me olvida que esto "no es una facultad", que no estoy ya en nuestra clase sin ventanas del máster. Que ésta es la vida real, el trabajo.
Me despisto y olvido que no puedo fallar, que no me puedo tambalear, que mi mundo he de solucionarlo yo y que las debilidades he de dejarlas en casa...

Mientras fui becaria, pensé que lo que hacía era, exactamente, el mismo trabajo que un redactor, pero con menos sueldo. Pero en Ceuta he descubierto que no era así. Como periodista, tengo otras sensaciones. Más ansiedad, más exigencia, más responsabilidad. Más miedo, menos protección. Más vulnerabilidad y más necesidad de que no se den cuenta de esa vulnerabilidad.

Por un lado, la capacidad que se adquiere al especializarse en un área, la 'agenda' de la que tanto nos hablaban en la facultad, la coherencia de asimilar lo que firmas y asumir las consecuencias.

Por otro lado, la inexperiencia como profesional. El vértigo. Defender que eres una buena profesional y, al mismo tiempo, comprobar como no logras deshacerte de tus mismos errores de siempre.

"Tendencia a hacer literatura, con exceso de retórica". Ese era uno de los defectos que señalaron los profesores del máster en mi evaluación.
Enredar con palabras al lector. A veces mi mayor baza; y otras, mi propia horca.

Aludo a una escena de unos años antes, en Segovia. Tras un examen que yo creí haber hecho genial, un cinco de nota. Fui a reclamar. "No se te ocurra entrar o te suspendo", me alertó la profesora. Y me expuso: "Si yo te hubiese preguntado sobre lo que tú me has contestado, tendrías un sobresaliente. Pero te has inventado la pregunta".

Supongo que aquella profesora tenía razón. A veces, echarle "originalidad" y dejar que mi enorme (y a veces traicionera) imaginación vuele, me trae ventajas enormes, me enseña otros caminos. Pero en otras ocasiones, mi "irrealidad", mi "literatura", me juega malas pasadas.

Y así ha sido esta noche. Se me ha ido la mano con la retórica en una doble página informativa de apertura. Y ha sido la causa, merecida, para mi primera "bronca" como periodista, en lugar de cómo becaria. Sumado a mi horrorosa lentitud, que por más que intento controlar, me supera.

No he sabido dejar fuera la literatura y ceñirme a la información. Y cuando lo he rehecho y lo he "objetivizado", los resultados no han sido satisfactorios. Ni he quedado contenta yo, ni nadie.

No he estado a la altura. No sirve de nada saber reportajear, y después no ser capaz de redactar una noticia con pureza informativa, que es, al fin y al cabo, la esencia de esta profesión.

Así que ante la evidencia, no puedes hacer otra cosa que callarte cuando te regañan. Porque tanto el silencio como las palabras te dejan claro lo mucho que como periodista tienes que mejorar.

A veces se me olvida que esto "no es una facultad", que no estoy ya en nuestra clase sin ventanas del máster. Que ésta es la vida real, el trabajo.
Me despisto y olvido que no puedo fallar, que no me puedo tambalear, que mi mundo he de solucionarlo yo...

Aunque por muy periodista que ahora sea, haya días que me sienta igual de 'verde' que al entrar en la facultad, pero con más años y más inseguridades, que se potencian, además, cuando no quieres defraudar pero sientes que demasiado mundo se te queda grande...

...y que las debilidades he de dejarlas en casa.

viernes, 4 de marzo de 2011

Si pongo corazón

Hay días para recordar, y otros para olvidar. Hoy, casi que es de los últimos, aunque no para todos.
A cambio, he pisado la playa por primera vez.



"Hay noches estrelladas y días qu se estrellan contra el suelo...
Si pongo el alma...
Si pongo corazón...

Déjame intentarlo, aunque tropiece."

jueves, 3 de marzo de 2011

Ay, Óscar, hoy me has leído el pensamiento

Somos de los que al querer darle un sorbo, terminamos metidos hasta el fondo. Las fotos son del verano en el que quisimos destapar juntos todas las redes de corrupción de Galicia en general, y de Arteixo en concreto...

Hoy he recibido una llamada desde la otra punta del país, desde Ourense. No sé cómo lo hacen pero, al final, los gallegos siempre me dejan huella. 


Óscar, eres un cacho de pan, y eso te pierde... 

Óscar está "estrenándose" en un diario de Galicia al mismo tiempo, prácticamente, que yo lo hago en Ceuta. Las inseguridades, las dudas, los miedos, las contradicciones... Ay, Óscar, hoy me has leído el pensamiento. 
Pero también la fuerza, las ganas, la ética...

Si intentase explicar, como intento, mi cruce de sensaciones como periodista, no lo conseguiría como él lo ha hecho. 

El aterrizaje. Y hasta los mismos errores: el titular horroroso que la jefa te devuelve porque es eso, horroroso, y cuando te lo devuelve piensas ¿cómo he podido escribir yo esto?, ¿los estaré defraudando?, y sabes que son los nervios y las prisas, pero te mueres de vergüenza porque nada es justificable a haber puesto un 'ayer' en un titular, unas comillas dobles para un título, un pasado descolocado... que ni en primero de carrera.  

"La velocidad es un peligro porque no deja tiempo a asimilar", me decía hoy en una entrevista Carles Francino. Y los días vuelan... 

Óscar me cuenta que reparte fotocopias de un caso al mismo tiempo que se da cuenta de lo que es la competencia cuando le mienten con la hora de una vista. Lleva tribunales y la inocencia le puede. Entiendo, le decía yo, lo que es avergonzarte por ser demasiado pavo. Otra veces es despiste, que es peor. Óscar, ¿con que cara volvía yo el otro días tras una rueda de prensa a contarle a mis jefes que, “en mi nube”, se me había olvidado echar la foto? Pero a pequeños males, grandes remedios, y una se hace más resolutiva… 

Después de mil años de prácticas, y pasar por mil medios siendo "los becarios", en estos tiempos críticos, Óscar y yo hemos firmado, al mismo tiempo, nuestros primeros contratos. Los dos nos estamos despertando a la vez, nos han dado esta, nuestra primera oportunidad, en paralelo, y los dos estamos tan eufóricos como llenos de dudas. 

Amamos tanto este oficio, que vemos tan poco claro, que a los dos nos quema en las manos sin saber si los caminos que elegimos son los adecuados, si los pasos que damos son los correctos... Tan echados 'pa lante' como inseguros. Sin saber si este titular es el correcto. Sin saber si estamos viviendo esta vida como la soñamos. Sin saber qué periodistas somos.

Ay, Óscar, hay conversaciones que te dejan rumiándola todo el día... Ojalá estuvieras aquí, porque así, al menos, el problema de no tener con quién tomarnos la caña el día libre, lo tendríamos solucionado... y solventaríamos los miedos con abrazos.