domingo, 26 de octubre de 2008

La eternidad


Nada es eterno.

Jamás lo es la vida.

No son eternos los sueños ni las certezas.

No son eternos los miedos ni las dudas.

El mar no es eterno, ni la luz, ni el deseo.

La incorrección se corrige.

El olvido se hace un hueco.

La incomprensión no se transmite.

La ayuda no existe.

La empatía es un invento.

El dulzor no es más que amargura camuflada.

La familia, los padres, los hijos, los hermanos no existen, no te conocen, no te respiran.

Los amigos parecían espejos pero son espejismos.

El viento no es otra cosa que un soplido que apaga velas y tira casas de paja.

Los días del calendario son un invento de los romanos para darle utilidad a la X que utilizan para tachar las horas que se suman y se pierden.

Comenzar no es más que volver a repetir los mismos errores.

Gritar no se diferencia a estar en silencio.

Las estrellas son puntos de luz que se apagan con el sol.

El agua igual quita la sed que ahoga las esperanzas.

Aprender no es más que poner parches a la ignorancia.

Escribir no es otra cosa que unir letras que nunca tendrán sentido y nunca expresarán un significado eterno.

La eternidad no existe.

Ni tú ni yo somos eternos.

El olor desaparece.

El dolor y la alegría no se entienden sino van de la mano.

Seducir no es otra cosa que engañar a quien se sabe engañado.

Ni siquiera, ni siquiera Roma es eterna.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo... Roma es eterna... Y otras ciudades, personas y amores son eternos... Y los sueños y certezas que no lo son, mejor, así evitan convertirse en condenas a cadena perpetua... Porque la eternidad cabe en un segundo: CARPE DIEM!!!