domingo, 23 de diciembre de 2007

BLANCA NAVIDAD

El blanco es el color de la paz. En los países orientales es el color del luto, en contraposición con el negro que usamos o usábamos nosotros, los occidentales. Sin embargo, hasta el S. XI también en España vestían el blanco como el color de aceptar la muerte. Entre el blanco y el negro hay una gran gama de colores, y sin embargo, están demasiado cerca. No sé si son hermanos o son contrarios.

La luz, la bondad, la pureza, la inocencia, la virginidad.

También la nieve, la Navidad.

Los ángeles.

Y sin embargo, es el color de los hospitales.

Y el color del papel, del papel en blanco.

Y del estado de la mente que casi nunca, o nunca, alcanzamos.

Y sigue siendo el color de los esqueletos.

El color del vacío.

Es el color de la espiritualidad. De la tranquilidad.

Pero hoy no es un día tranquilo. El 22 de diciembre muchos comienzan sus vacaciones navideñas. La carretera habrá sido un gran lugar de encuentro y desasosiego. Algunos pocos la habrán comenzado exaltados con ganancias económicas, tocados por la lotería.

Habrá habido reencuentros e ilusiones llevadas a la práctica.

Pero también, otros habrán sentido no estar donde sienten que deberían estar. O habrán llegado tarde. La vida es demasiado contradictoria, demasiado radical. Y a la vez, en distintos lugares pero en el mismo momento, unos están sufriendo y otros están gozando. Unos nacen y otros mueren.

Hoy es el cumpleaños de algunas personas. Pero no todas están pasando este día donde creyeron que lo pasarían. A veces la impotencia es el único resultado de nuestra cotidianidad. No quiero hablar y hablo.

Tememos la paz como tenemos la muerte, por aquello que nos arrebata.

En Navidad somos más buenos, más solidarios, menos avaros, más sensibles. Pero no todas las Navidades son blancas.

sábado, 22 de diciembre de 2007

MÁS DE CIEN MENTIRAS


Tenemos memoria, tenemos amigos,
tenemos los trenes, la risa, los bares,
tenemos la duda y la fe, sumo y sigo,
tenemos moteles, garitos, alteres.

Tenemos urgencias, amores que matan,
tenemos silencio, tabaco, razones,
tenemos Venecia, tenemos Manhattan,
tenemos cenizas de revoluciones.

Tenemos zapatos, orgullo, presente,
tenemos costumbres, pudores, jadeos,
tenemos la boca, tenemos los dientes,
saliva, cinismo, locura, deseo.

Tenemos el sexo y el rock y la droga,
los pies en el barrio, y el grito en el cielo,
tenemos Quintero, León y Quiroga,
y un bisnes pendiente con Pedro Botero.

Más de cien palabras, más de cien motivos
para no cortarse de un tajo las venas,
más de cien pupilas donde vernos vivos,
más de cien mentiras que valen la pena.

Tenemos un as escondido en la manga,
tenemos nostalgia, piedad, insolencia,
monjas de Fellini, curas de Berlanga,
veneno, resaca, perfume, violencia.

Tenemos un techo con libros y besos,
tenemos el morbo, los celos, la sangre,
tenemos la niebla metida en los huesos,
tenemos el lujo de no tener hambre.

Tenemos talones de Aquiles sin fondos,
ropa de domingo, ninguna bandera,
nubes de verano, guerras de Macondo,
setas en noviembre, fiebre de primavera.

Glorietas, revistas, zaguanes, pistolas,
que importa, lo siento, hastasiempre, te quiero,
hinchas del atleti, gángsters de Coppola,
verónica y cuarto de Curro Romero.

Tenemos el mal de la melancolía,
la sed y la rabia, el ruido y las nueces,
tenemos el agua y, dos veces al día,
el santo milagro del pan y los peces.

Tenemos lolitas, tenemos donjuanes;
Lennon y McCartney, Gardel y LePera;
tenemos horóscopos, Biblias, Coranes,
ramblas en la luna, vírgenes de cera.

Tenemos naufragios soñados en playas
de islotes son nombre ni ley ni rutina,
tenemos heridas, tenemos medallas,
laureles de gloria, coronas de espinas.

Tenemos caprichos, muñecas hinchables,
ángeles caídos, barquitos de vela,
pobre exquisitos, ricos miserables,
ratoncitos Pérez, dolores de muelas.

Tenemos proyectos que se marchitaron,
crímenes perfectos que no cometimos,
retratos de novias que nos olvidaron,
y un alma en oferta que nunca vendimos.

Tenemos poetas, colgados, canallas,
Quijotes y Sanchos, Babel y Sodoma,
abuelos que siempre ganaban batallas,
caminos que nunca llevaban a Roma.

Título: Más de cien mentiras
Año: 1994
Letra: Joaquín SabinaPublicar entrada
Música: Joaquín Sabina
Disco: Esta boca es mia (1994)

Con letras robadas...

…Si no estoy despierta, déjame soñar. Cómo decirte que el cielo está en el suelo… No digas te quiero, querer como dices, requiere su tiempo. Simplemente, déjame volar aunque tropiece con el cielo, ya sabes que yo, a veces lo entrego todo y me sabe a poco, pero no quiero que el corazón se me quede corto -aunque me pase el día planeando nuestro encuentro imaginario-, creo que nunca es triste la verdad, lo que no tiene remedio, porque al fin y al cabo... ¿qué adelantas sabiendo mi nombre? Si cada noche tengo uno distinto…

Yo, realmente, quisiera poner el hombro, y al final pongo palabras que casi siempre acaban en nada cuando se enfrentan al ancho mar, pero es que me enamoro de todo, me conformo con nada, por eso lo primero que quise fue marcharme bien lejos y le dije a todos los que estén dispuestos a pintar sus sueños con azul del cielo, que se vinieran conmigo, y aquello sólo era media verdad, pero que no es lo mismo que media mentira... Y es que más vale que no tengas que elegir entre el olvido y la memoria, porque después, ya sabéis, copas, risas, excesos…porque por cada regla que inventen, inventaré la excepción.

Hoy es siempre todavía así que juega las cartas que te da el momento, que mañana es sólo un adverbio de tiempo, así que brindemos, que es el momento... (brindo porque me olvido los motivos porque brindo, brindo por la victoria, por el empate y por el fracaso) ... porque no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió y porque desde ahora vais a verme vagabundear... que siempre me llamó la atención, de noche, mirar al cielo...

¿de qué serviría vivir si al final no te encontrara?
...Es así, las alas crecen para alzarlas y volar...

(Porque aunque mis amigos me digan que soy una anticuada, yo me quedo con "mis" cantautores/as)

viernes, 21 de diciembre de 2007

CÁDIZ

La vida es como un suspiro.

TENDENCIA AL CAOS. Por Elvira Lindo


Hay un tipo de personas que me causan gran admiración: las que tienen bien ordenados los armarios. Un gran abismo separan a los que nacen con esa cualidad y los que estamos condenados al desorden. No, no somos iguales. Por más que los años me han pulido, por más que intento reformarme y ordenar la ropa de una forma lógica, siempre sucumbo a ese momento de negligencia en el que digo, bah, pero qué más da, y suelto el jersey en el cajón de la peor manera posible, o meto el pie en el armario para soltar al aire los zapatos. Los que no llevamos en nuestro código genético la cualidad de tener los cajones en perfecto estado sentimos entre complejo y curiosidad por esas personas tan contumaces que nunca olvidan colocar la ropa interior como se debe, enfilar los calcetines, colgar las corbatas, doblar los jerséis para que se nos muestren al abrir el cajón como en las baldas de las tiendas.

Hay hasta quien ordena las toallas por tonos y las bragas por modelos (a un lado los tangas, a otro los culotes) o quien mantiene los trajes siempre en una misma percha. Los que no nacimos con ese sentido de la lógica hacemos buenos propósitos de vez en cuando y abrimos la puerta del caos para tratar de establecerla, pero al rato estamos hasta las narices. Qué más da, quién lo va a ver. (…)
Sin embargo, aunque no fueras tocado en tu nacimiento por el don de esa lógica práctica que es el orden, sueñas con alcanzarlo algún día. (…)

El único consuelo es pensar que quien está obsesionado por el orden es un neurótico. Pero ¿y si se sufren las dos cosas, la tendencia al desorden y la neurosis, entonces qué?
Elvira Lindo. (Escritora y articulista)

jueves, 13 de diciembre de 2007

CAPTANDO EL MOVIMIENTO. Entre almas gemelas y miedos.


Hay quienes no creen en las almas gemelas. Yo sí creo porque tengo a la mía. Hay quienes asocian este término a una relación amorosa-dual-sexual. Yo no. Con mi alma gemela no comparto cama sino esencia. No arrebato pasional ni seducción sino naturaleza, instinto e intuición. Hay quienes no creen que esta relación sea posible y opinan que tras ella escondemos amores ocultos, atracciones escondidas… Pero nada es oculto porque nuestro amor es externo y eterno... Somos muy similares y extremadamente diferentes, pero nuestras almas, hermanadas, son, en este instante, gemelas.

Vuelvo a Susan Sontag… “No deberías hacerte preguntas que no puedes contestar” (Pág. 46, Libro Yo, etcétera )… Dar vueltas a determinados asuntos, me dicen. Etcéteras y etcéteras.

Obsesión, ansiedad… Son términos que nos delatan pero que van más allá de nuestros propios conocimientos. “Yo respeto mis anhelos, y me impaciento con ellos” (S.Sontag, Pág. 37). Impaciencia. Miedos.

Cuando el tiempo avanza, ¿siempre evolucionamos? ¿Tantas noches hace, alma gemela, de las noches de verano, de las conversaciones al nivel del mar? Y repito, ¿evolucionamos?

S. Sontag y Viktor E. Frankl, El hombre en busca de sentido… ambas lecturas se rozan en el fondo de mi bolso… Demasiada intensidad. Soy mi propia enemiga. Los prejuicios son más fuertes que las realidades no aceptadas.

Soy intensa, repito. Odiosamente intensa. Disfruta, no pienses, experimenta. Alégrate, avanza. Ríe. No seas vanidosa ni orgullosa. No escribas, no medites, no te estanques. Controla tu mente, que ella no te controle a ti. No tengas tanto miedo. Repito, DISFRUTA.

¿Las palabras escritas sirven para algo? ¿Trascienden aunque sea en nosotros mismos?

Desubicación. Descontextualización. Bloqueo. "(¿Todavía?)".

Identidad no resuelta…pero…¿la resolvemos alguna vez?

Pasado…presente…futuro… ¿Realmente está delimitado? Fronteras.

¿De qué hablo exactamente? No lo sé. Porque realmente ni siquiera es eso. Esta vez, alma gemela, te equivocas. Es mucho más. Es la inercia. Es el sinsentido.

jueves, 6 de diciembre de 2007

SUSAN SONTAG


“Necesito la identidad como un arma, para igualar el arma que la sociedad tiene contra mí.”

“Escribir un diario.
Es superficial entender el diario íntimo apenas como receptáculo de los pensamientos privados, secretos, algo así como un confidente sordo, mudo y analfabeto. Escribiendo el diario no solamente me expreso más abiertamente que con cualquier persona, sino que me creo a mí misma.
El diario es un vehículo para mi sentido de personalidad. El me presenta como alguien emocional y espiritualmente independiente. Por lo tanto (¡ay de mí!) no se limita a registrar mi vida cotidiana, mi vida real. Me ofrece, en cambio —en muchos casos— una alternativa a esa vida.”

…“Quiero ser espontánea, irreflexiva, pero…”

… “Mi Yo es débil, cauteloso, demasiado cuerdo.”


“Dos martini con vodka. Siento la cabeza pesada. El cigarrillo sabe amargo.”


“Nadie me impide ser una escritora, excepto la pereza.” “¿Por qué escribir es importante? Principalmente por vanidad, supongo. Porque quiero ser esa persona, una escritora, y no porque haya algo que yo deba decir.”

… “No puedo escribir hasta que encuentre mi ego.”

“Ser rara me hace sentir más vulnerable”

“¿Cuántas veces me he recriminado a mí misma por eso, que es algo apenas un poco menos ofensivo que mi costumbre de darme importancia hablando de gente importante (…) No es de asombrarse entonces que haya sido tan exigente y escrupulosa con el uso de la palabra amigo!”

“Amar duele. Es como entregarse a ser desollado y saber que en cualquier momento la otra persona podría irse llevándose tu piel.”

“No debería tratar de hacer el amor cuando estoy cansada. Siempre debo saber cuando estoy cansada. Pero no lo sé. Me miento a mi misma. No conozco mis verdaderos sentimientos. (¿Todavía?)

“Cuando detectaba la envidia, me abstenía de criticar, a menos que mis motivos fuesen innobles, y mi juicio menos que imparcial. Era benévola. Sólo era maliciosa con los extranjeros, personas que me resultaban indiferentes.
Parece noble.
Pero por medio de eso yo rescataba a mis superiores, los que yo admiraba, de mi desagrado, mi agresión. La crítica se reservaba para los que estaban por debajo de mí, para aquellos que yo no respetaba... Usaba mi poder de crítica para confirmar el status quo.”

“Me gusta parecer estúpida. Así me doy cuenta de que en el mundo hay alguien más que yo.”

“Escribo para definirme”

(Textos extraídos de los Diarios de Susan Sontag. Nueva York. 16/01/1933 - 28/12/2004. Novelista, ensayista, directora)

lunes, 26 de noviembre de 2007

Periodismo de guerra


El fotógrafo de guerra James Nachtwey, en el documental War Photographer, asegura que canaliza sus emociones a través de la cámara, que esa es la única manera que conoce de poder superar sin derrumbarse el momento en el que está haciendo sus fotos de guerra. El documental, las fotos que en él aparecen, son impresionantes.

Una de las guerras fotografiadas fue el Genocidio de Ruanda. Precisamente es en una película sobre ese crimen, “Hotel Ruanda”, en la que un periodista explica lo que hará la gente desde sus casas al ver las imágenes bélicas… “Dirán, ¡¡Dios mío!! y después, seguirán cenando”... La trascendencia de los medios de comunicación, de la fotografía periodística en este caso, es debatido con frecuencia. Nachtwey cree en esa trascendencia, en que con sus fotos sí pueden cambiar algo en las personas, sí pueden sensibilizar, conmover. Niega que sus fotos sean “objetos artísticos”, su pretensión es lograr “una forma de comunicación, que sirvan para algo”.

He visto este documental pocos días después de ver la exposición de la obra gráfica de Agustí Centelles, otro impresionante fotoperiodista, que tuvo que exiliarse y permanecer preso en diferentes campos de concentración antes de lograr recuperar sus fotografías. A la mente me vienen algunos libros leidos como Ninguna guerra se parece a otra, del reportero Jon Sistaga tras la guerra de Irak, o Luz y sombra, de la fotógrafa Christine Spengler o Mujer en guerra, de la periodista Maruja Torres.

El reporterismo en situaciones trágicas me motiva, desde siempre, desde que era capaz de alarmar a mi madre y amigos siendo adolescente respondiendo que a lo que quería dedicarme era a ser corresponsal de guerra. Sin embargo, las contradicciones también me persiguen, como explica Nachtwey, tampoco las entiendo, de hecho, a medida que sé más, sé menos y entiendo menos cosas, me confundo más. ¿En qué momento se cruza la línea que une la profunda emoción por cambiar el mundo, por comunicar, por superar las injusticias… con la vanidad o la euforia?. Cuando Jon Sistaga cuenta que en la guerra “recuperamos nuestras almas de periodistas”, y yo me emociono y ansío vivirlo ¿no estaré cayendo en el cinismo? ¿no estaré haciendo un sueño de la desgracia ajena aunque me motive en ello la necesidad de convertir el mundo en el mundo que deseo? ¿hasta que punto nos podemos justificar?

Me impresionó del documental la persecución de un hombre al que quieren asesinar y como el fotógrafo sucumbe ante la necesidad de actuar, de pedir salvación para ese ser, de involucrarse.

En mi corta experiencia y mi amplia ingenuidad, tres momentos recuerdo ahora en los que no sabía si mi modo de sentir demostraba ser una horrible aspirante a periodista o una persona sensible, y sin saber si eso era positivo o negativo… Primer momento: Niños saharauis que bajo mi titular, “La realidad de una despedida” volvían a sus miserias tras un verano en Huelva, y no se querían marchar. Segundo momento: Un bombero me cuenta emocionado al volver de Perú que es la primera vez que acude a una catástrofe, y que allí, mientras la gente ansiaba encontrasen vivos a sus familias y ellos sólo lograban extraer cadáveres, él sólo podía pensar en su niña.

Los niños y el bombero emocionados y yo trago saliva para no derramar una lágrima, e intento que el fotógrafo que me acompaña no vea el brillo de mis ojos, y me digo, no puedo emocionarme… qué periodista más desastre soy. ¿Cómo controlar las emociones? ¿Cómo ser fuerte y sensible a la vez? ¿Cómo logra Nachtwey canalizar todo ello hacia su cámara fotográfica?

Tercer momento: La otra cara, la vanidad. Segunda semana de prácticas y me veo sumergida en la noticia más importante: incendios asolando la ciudad. Me involucro y lo vivo, hablo con la gente, los fotografío, escribo, informó, trabajo duro, por primera vez en mi vida siento estar haciendo una labor periodística al cien por cien. Estoy excitada, sobresaltada, feliz, vivo una semana intensa. Me siento periodista. Románticamente, periodista. Pretendo cambiar las cosas, buscar culpables, conmover almas con mis crónicas de fuego. Estoy exaltada. Y mientras... las casas se incendian y las familias sufren por perder sus hogares. ¿Estoy haciendo un buen trabajo o estoy siendo una mala persona?...

Y atrás dejamos el ¿hasta dónde hay que llegar? ¿qué separa el morbo, el sensacionalismo de la realidad? El periodismo me plantea cada vez más preguntas, la sociedad me resulta cada vez más desorientadora y yo misma me me contradigo cada vez más...

¿Comunicar? ¿Trascender? ¿Informar? ¿Entretener? ¿Cambiar? ¿Evadir? ¿Preguntar? ¿Responder? ¿Emocionar? ¿Dudar?

viernes, 26 de octubre de 2007

Complicidad


En la radio, unos tertulianos discuten sobre la posible fecha de caducidad del amor. El amor da para páginas y páginas pero a mí no me apetece hablar de él, al menos ahora.
Sin embargo, uno de los tertulianos nombra la palabra "complicidad" y a mí me parece una bella palabra. Cuando miras a un amigo y no hace falta decir nada más, siento que es uno de los momentos más puros que vivimos. O cuando escuchas hablar a alguien, o lo lees, y lo que dice lo acoges tú y piensas "qué bien explica lo que yo siento", o "me encantaría, aunque fuera, tomar un café y conversar, porque es tan interesante"...
Y no hablo de amor, ni de seducción, ni de sexo, ni de poder... hablo de cosas más sencillas, de un montón de desconocidos con los que compartimos muchísimo sin saberlo o de un montón de conocidos, con los que hablamos a diario, con los que tenemos conversaciones correctas todos los días y a los que, sin embargo, desconocemos en absoluto.
Y nos encantaría decirles "pero sigue hablando...", "quiero escucharte", y sin embargo, les decimos "buenos días", "buenas tardes".

domingo, 21 de octubre de 2007

Huelva Información

La comunicación es un mar embravecido en el que hay que navegar con mucho cuidado para no naufragar ni ahogarse. Si te empeñas en preguntar, eso es lo que he aprendido. Un poco de eso que todo el mundo asegura que sabe lo qué es pero que nadie te da una respuesta concreta, que creen sencillo de manejar y es tan complicado como el entramado de recelos, emociones y dudas que envuelve al ser humano: la comunicación, arma que mata al propio asesino.

Observando he descubierto que la gente calla más de lo que cuenta y grita más de lo que sabe, que a mayor volumen en el tono de las palabras, más necios son los contenidos de éstas. Es decir, primera lección: a quien habla mucho y a gritos, mejor ni escucharlo. Me ha quedado muy claro que el interés personal prima sobre la veracidad, la justicia, la lealtad, la ética, y sobre todos esos abstractos conceptos más cercanos a la utopía de una joven soñadora que al negocio de comunicarnos; así como que cualquier tema puede ser “noticia” dependiendo de criterios que nada tienen que ver con lo que teníamos escrito en los apuntes. Porque esas son la segunda y tercera lecciones aprendidas: por un lado, no te fíes nunca del protagonista de la historia, porque el que vende es el mismo que el que cobra; y por otro lado, la comunicación es un negocio donde las peleas políticas, vecinales, urbanísticas, medioambientales… están todas ellas adornadas con el aroma a rancio del dinero. He comprendido también que el teléfono y la agenda son los mejores aliados, que en el mayor de los casos los fotógrafos y maquetadores son los que más saben, que la literatura y la inventiva juegan un papel demasiado grande.

Por lo tanto, comunicación emisor- receptor (canal, contexto…), y lo que hacemos entre nosotros, (gritar, injuriar, ordenar, mandar, sobornar, acusar, mentir…) está muy lejos de llamarse “comunicarnos”. Por lo que los medios de comunicación son “medios de nuestra comunicación”, es decir, la vía y excusa donde enfrentarnos, el frente que utilizan los periodistas (y sus amigos y sus hermanos) para hacer temblar a sus enemigos íntimos (y yo que pensaba que eran la palabra del pueblo, el soporte de la voz luchadora, la fuerza culta contra las injusticias…)

Y a pesar de este caos, tras este aprendizaje sólo se esconde la confiada aspiración de creer que los Medios de Comunicación no son, lo que desgraciadamente, día a día nos demuestran que son.


... Y sin embargo, si esto parece una feroz crítica o un feroz desencanto, es que no has entendido nada, o yo no me he hecho entender. En esta vorágine también he sacado en claro que la risa es la mejor terapia, que trabajar entre gente competente y agradable, que a tu lado encuentres a maestros, y también a amigos, es el mejor aprendizaje y la mayor satisfacción, y que aún hay huecos para encontrar soñadores y soñar... Logrando hacer de dos meses de prácticas intensivas, dos meses de experiencias inolvidables.

Y es que dos meses de prácticas han dado para mucho y guardaré un maravilloso recuerdo y unas importantes enseñanzas de todos y cada uno de mis compañeros del periódico Huelva Información.

(Septiembre 2007)

Venecia


Ayer...
Recuerdo la primera vez que fui a Salamanca. Me llamó la atención su plaza y un viejo poeta que escribía en ella. Yo era una niña. Me gustan las plazas, y la de hoy es muy diferente. Y yo puede que no sea ya tan niña. Aunque tampoco sé si 22 años es ser mayor. Venecia y su mítico San Marcos. La ciudad mágica rodeada de agua. Y es verdad que es mágica.

Es misteriosa, es irreal, es atípica, es dulce. Además de palomas y turistas, de canales y góndolas, de pizzas y monumentos... Venecia esconde la contrariedad, espacio y tiempo se miden de diferente modo allí. Es serena y caótica. Y es fácil perderse, y también lo es encontrarse. Por eso acabe allí, por ignorancia, por necesidad.

Pero algo en común tienen las plazas. Algo maravilloso es capaz de unir Salamanca o Santiago con Venecia. Algo que está dentro de cada uno. Lo mismo que las une a las enumeraciones. Sol, cielo, estrellas... palomas, maiz, niños... torres, sueños, palacios,miedos, desamores, tristezas, colores... alas, luces... ojos, nariz, boca, pechos... gente... tú, yo, nosotros, ellos, vosotros, él, ella... lejos, cerca, vicino, lontano... pasos...

Me gustan las enumeraciones porque una palabra te lleva a otra, porque sin pretenderlo expresas lo que sientes, porque te dejas llevar y porque al oirlas te guian, porque representan la libertad y porque están abiertas a quien las quiera continuar... Por todo eso, también me gustan las plazas, porque parecen cerradas y sin embargo, son mucho más abiertas que las grandes avenidas...

Plazas y enumeraciones, aviones que pretendes te transporten a otro mundo olvidando que tu mundo, al que querías dejar en las antiguas plazas, lo facturaste contigo en la maleta, y no lograrás deshacerte de él.

Lo mejor está por llegar... y tres meses viviendo en Venecia me hicieron comprender y experimentar la serenidad.

(Junio 2007)

Una de pies



"Hoy es siempre todavía", escribió Antonio Machado.
Hoy...
recién llegada a Madrid. Periodismo. La carrera me enamora y desenamora al mismo tiempo. La comunicación es mi vocación absoluta desde muy niña. No sé que me deparará Madrid (Aranjuez, Getafe, los rincones, los compañeros y compañeras).
En el ambiente se palpa grandes dosis de ilusión, espero que a final de curso siga patente y real.
Es hora de caminar, de continuar caminando... Una de pies.

sábado, 20 de octubre de 2007

Mirando



Abriendo los ojos a cada momento del día, como quien lo hace por primera vez.
Sin cinismos, sin prepotencias, sin orgullo, sin rencor. Y a la vez, quizá, con todo ello, porque errar es humano.

Pretensiones de crítica, de inconformismo, de soñadora innata, que emerge, de viveza.

“Un cerebro que no cesaba de alumbrar miles de preguntas que no le dejaban vivir, despertándolo en las noches. Esa particular, personal e intransferible chifladura –siempre ha habido gente loca – que responde al nombre de curiosidad.”

“Al fin y al cabo, el viaje no empieza cuando nos ponemos en ruta ni acaba cuando alcanzamos el destino. En realidad empieza mucho antes y prácticamente no se acaba nunca porque la cinta de la memoria no deja de girar en nuestro interior por más tiempo que lleve nuestro cuerpo sin moverse de sitio. A fin de cuentas, lo que podríamos llamar contagio de viaje existe, y es, en el fondo, una enfermedad incurable.”

RYSZARD KAPUSCINSKI

viernes, 19 de octubre de 2007

Vagabundear



Harta ya de estar harta, ya me cansé

de preguntarle al mundo por qué y por qué.

La rosa de los vientos me ha de ayudar

y desde ahora vais a verme vagabundear,

entre el cielo y el mar, vagabundear.

Como un cometa de caña y de papel,

me iré tras una nube pa´ serle fiel,

a los montes, el río, el sol y el mar,

a ellos que me enseñaron el verbo amar.

Soy paloma torcaz, dejádme en paz.

No me siento extranjero en ningún lugar,

donde haya lumbre y vino tengo mi hogar,

y para no olvidarme de lo que fui,

mi patria y mi guitarra las llevo en mí,

una es fuerte y es fiel, la otra un papel.

No llores porque no me voy a quedar,

me diste todo lo que tú sabes dar.

Es hermoso partir sin decir adiós,

serena la mirada, firme la voz.

Si de verás me buscas, me encontrarás,

es muy largo el camino para mirar atrás.

Qué más da, qué más da, aquí o allá.

Qué más da, qué más da, aquí o allá.


(Extracto de la canción "Vagabundear" de J.M. Serrat)